sábado, 10 de junio de 2006

La senda tenebrosa

Es La senda tenebrosa (Dark Passage, Delmer Daves, 1947) una película peculiar. Durante gran parte de la película, unos 40 minutos, la mayor parte de los planos entran dentro del grupo de planos subjetivos. La voz del personaje principal, de ese manera, se encuentra fuera de campo, y las más de las veces los personajes hablan a la cámara directamente, es decir, al espectador que ve la película.
Resulta un poco larga si se tiene en cuenta que es una producción de los años 40 (pasa de la hora y media de manera generosa), pero la sucesión de personajes secundarios es lo hace que el tiempo pase de manera ágil. Comenzando por el personaje que recoje a Vincent en cuanto éste se acaba de escapar de la prisión. Un ser este que no para de preguntar, y es que, como se verá más adelante en la película, no tiene nada que responder. Tras éste entra en escena Irene, interpretada por la siempre bella Lauren Bacall. Surge aparentemente de la nada. Poco a poco vamos reconstruyendo la historia de este personaje, cuya presencia va a ser crucial en el desarrollo de la trama. Por otro lado, la mayoría de sus apariciones van acompañadas de música, ya sea swing o cierta canción melódica (otra razón más para quedarme prendado de ella). Suena música y allí ella llega. Él le llama por teléfono y pone música de fondo. Él se empieza a enamorar de ella y lo hace con música de fondo.
El amante de Irene aparece como un pelele, como un imbécil. ¡Un verdadero idiota al que maneja sin ninguna dificultad!
Más personajes que no aparecen hoy en día por el cine contemporáneo. Por ejemplo, el taxista Sam. Un ser que pasa sus horas en su taxi, que es capaz de penetrar en las almas de los viajeros que suben a su vehículo, que aparece guiado por un único motivo: que se haga justicia, aunque a él, la verdad, ni le va ni viene. Él siempre hará lo mismo, pase lo que pase. Supongo que todavía queda gente así.
El doctor Walter Coley es algo así como el taxista, con la salvedad de que aquél lo hace por dinero. Ambos, no debe sorprendernos, son amigos.
El amigo de Vincent, George, que sólo quiere tocar la trompeta, y lo hace cuando los vecinos no están en la casa. Así no molesta. El único amigo de Vincent. Otro ejemplo más de bondad, pero destinado a un trágico final.
La malvada Madge Rapf, que oculta grandes verdades y grandes mentiras, todas mezcladas en su mundo de fantasía y amargura.
Una colección, en definitiva, de personajes solitarios que buscan, de una manera o de otra, alguien con quien vivir y compartir sus sentimientos.
De todas, me quedo con una escena: la de la estación de autobuses. No hay nada que desperdiciar allí, y no hay que perder de vista el vendedor de billetes. Los momentos clave, para mí, tienen lugar en torno a la música. Vincent va a llamar por teléfono a Irene y para ello prepara la atmósfera. Selecciona una canción de la gramola de la sala de espera. Con ese fondo musical, Vincent habla por teléfono con Irene y, simultáneamente, se activa la comunicación entre dos de las personas que esperan el autobús. La soledad les une.
El final, en una película como ésta, no podía ser de otra manera: un baile al son de la canción que ha servido de banda sonora al enamoramiento de Vincent e Irene, dos seres solitarios que conseguirán unir sus vidas.
Por cierto, todos los problemas de Vincent arrancan de las mujeres, mas es una de ellas quien le ayuda a encontrar un sentido a la vida.

Cabby: You're a guy with plenty of trouble.
Vincent: I don't have a trouble in the world.
Cabby: Don't tell me buddy, I know. Your trouble is women.

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