[...] De las siguientes estrofas sí que recuerdo a la inspiradora. Podría decir el nombre y apellidos de la persona en cuestión, pero dejémoslo en que fue un amor de mi primer curso de universidad. Era ella una chica peculiar, muy atractiva, con cierto aire en los ojos a Liza Minelli en la película Cabaret. Un buen día se acabó la universidad y con ella el enamoramiento, si es que alguna vez existió. He creído verla después por la calle, pero ni ella ni yo somos los mismos. Puede que ni siquiera sea ella.
Los hechos que me inspiraron las estrofas (por llamarlas de alguna manera) siguientes ocurrieron en Jaca, en septiembre de 1988, muy poco antes de que yo partiera para mi servicio militar, en noviembre de ese mismo año. Una noche fuimos a dar un paseo por la carretera y nos detuvimos junto a un semáforo intermitente, de estos que están siempre encendidos, con dos bombillas. Ella empezó a moverse rítmicamente al compás de las luces. Su sombra cambiaba constantemente. A la vuelta, anduvo de vuelta al piso con la mirada clavada en el asfalto. No recuerdo con exactitud si había luna llena o no. Creo que sí, pero opté por esa imagen ya que es uno de mis símbolos favoritos: la luna llena. Me avergüenzo de todo el "poema" pero especialmente del verso "con la que siempre soñé". Es difícil, creo, caer en algo más manido y previsible.
Lo escribí un 31 de diciembre de 1988, esto es, en plena Navidad, lejos de mi gente de Zaragoza. Afortunadamente tenia allí mismo a mi tio Luis, mi tía Tere, Carlos, Chicho, Luis Ángel...
Ella, luna llena,
Ella, de frío metal,
Ella, en la noche de septiembre,
Ella, espera sin final,
Ella, razón que no llega,
Ella, con la que siempre soñé,
Ella, en el pálido asfalto,
Ella, clavando su inquientante mirar,
Ella, siendo de nadie,
Ella, ¿en quién clavará su mirar?
Madrid, 31-12-1988
jueves, 8 de junio de 2006
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