viernes, 22 de diciembre de 2006

Algo que tal vez continúe #29

Veo sus ojos mirándome y me cuesta manter la mirada. Desvío mi atención con bobadas, con listas de la compra, con los regalos de Navidad que me gustaría hacer. Siento que me mira. Siento que deseo que me mire. Deseo que se ría. Deseo que haga uno de sus chistes. Y sigo hablando. No callo por miedo a que sea ella la que hable y deba mirarla. Quiero mirarla pero no me atrevo. Juegos de miradas en los que siempre salgo perdiendo. Quiero abrazarla y no me atrevo. ¡Qué tonto soy! ¡Qué feliz me siento!

martes, 12 de diciembre de 2006

Groucho Marx

- La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después un remedio equivocado.

- Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros.

- Nunca olvido una cara. Pero en su caso, haré gustoso una excepción.

- ¿Por qué debería preocuparme por la posteridad?, ¿qué ha hecho laposteridad por mí?

- O usted se ha muerto, o mi reloj se ha parado.

- Partiendo de la nada he alcanzado las más altas cimas de la miseria.

- Citadme diciendo que me han citado mal.

- Bebo para hacer interesantes a las demás personas.

- Soy tan viejo que recuerdo a Doris Day antes de que fuera virgen.

- Nunca voy a ver películas donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína.

- ¿Quiere usted casarse conmigo? ¿Es usted rica? Conteste primero a la segunda pregunta.

- La televisión ha hecho maravillas por mi cultura. En cuanto alguien enciende la televisión, voy a la biblioteca y leo un buen libro.

- Hasta luego cariño... ¡Caramba!, la cuenta de la cena escarísima ... ¡Es un escándalo!
- ¡Yo que tú no la pagaría! (Una noche en la ópera)

- Estaba con esa mujer porque me recuerda a ti... sus ojos, su cara, su risa... De hecho, me recuerda a ti más que tú. (Una noche en la ópera)

- Señorita, envíe un ramo de rosas rojas y escriba 'Te quiero' al dorso de la cuenta (Un día en las carreras)

- El verdadero amor sólo se presenta una vez en la vida... yluego ya no hay quien se lo quite de encima (Servicio de hotel)

- ¿Por qué y cómo ha llegado usted a tener veinte hijos en su matrimonio?
- Amo a mi marido.
- A mí también me gusta mucho mi puro, pero de vez en cuando me lo saco de la boca (Apueste su vida", su programa de TV)

- ¡Hasta un niño de cinco años sería capaz de entender esto...! Rápido, busque a un niño de cinco años. (Sopa de ganso)

- No permitiré injusticias ni juego sucio, pero si se pilla aalguien practicando la corrupción sin que yo reciba una comisión lo pondremos contra la pared... ¡Y daremos la orden de disparar! (Sopa de ganso)

- Dudo que ninguna cámara pueda captar mi belleza interior.

- Siempre me casó un juez: debí haber exigido un jurado.

- La próxima vez que lo vea, recuérdeme no saludarlo.

- La política no crea extraños compañeros de cama: eso lo hace el matrimonio.

http://www.solache.com/archivo/2002_08_01_archivosolache.html

lunes, 11 de diciembre de 2006

Frío

Por fin hace frío. Ya veremos cuánto dura. Por fin las manos congeladas y por fin enciendo la calefacción en el trabajo para las clases de por la mañana. Los alumnos ya empiezan a pedir películas de Navidad... y villancicos. Las películas... puede. Los villancicos lo veo más difícil.
Hace frío. Hace frío. He sacado del armario mi querida bufanda de lana y me la voy a enrollar al cuello. He puesto el forro de invierno al anorak que habitualmente llevo. Hace frío. Esperemos que dure.

domingo, 10 de diciembre de 2006

Pinochet ha muerto

A todo cerdo le llega su San Martín. Descansen en paz millones de personas.

El Telediario y la familia Tous

¿Realmente es el asalto y robo a la familia de joyeros Tous una noticia para abrir un Telediario de Televisión Española? La verdad es que habría que preguntarse si realmente es una noticia. ¿Realmente nos importa a los ciudadanos normales, los "mileuristas", lo que le pase a esa familia? La sensación que provoca ver esa "noticia" abriendo el Telediario es, ante todo, incredulidad. ¿Quién selecciona qué es noticia? ¿Qué es una noticia?
Pobres niños ricos. Para ellos ese robo será como nuestro sueldo de varios meses. Para ellos ese robo será motivo de preocupación que pondrán en manos de otras personas (abogados, gestores, representantes...).
Pobres niños ricos. ¿Cuál será la próxima gran noticia que abra el próximo Telediario? ¿Un ataque de diarrea de algún heredero, limpiándose el culo con nuestras nónimas? ¿Qué impulsos llevarán a la gente de TVE a seleccionar una noticia así para abrir un informativo? Uno no puede sino pensar que se trata de un peloteo hacia esa clase social.
Cabe pensar que con esa noticia pretendar hacernos ver que la delincuencia también salpica a las clases altas. Ya lo sabemos. Somos tontos, pero no tantos. Esa noticia no tenía esa segunda lectura. La primera, y única, lectura es que el concepto de noticia y de información apesta; que los medios de comunicación dan mala gana.
Pobre familia Tous. Pobres de nosotros que seguimos el Telediario.

Brief Encounter/Breve Encuentro

¿Obra maestra? Posiblemente. No me atrevo a caer en tales radicalismos, pero me temo que, si existe tal, la película de la que voy a hablar es una de ellas. Hoy me apetece comentar aspectos de Brief Encounter. La dirigió David Lean en 1945. Los dos principales actores son Celia Johnson (en el papel de Laura) y Trevor Howard (ídem de Dr. Alec Harvey). El autor del texto original es Noel Coward, algo que no hay que desestimar. De entre toda la sarta de comentarios posibles en torno a Coward quedémonos con que, para muchos, es «el creador del carácter británico del siglo XX». En él, eso dicen, se dan todas las características de «lo inglés». Estamos, por tanto, ante una película británica, rodada cuando la Guerra Mundial todavía estaba activa. Pero no vamos a entrar en detalles técnicos, disponibles en muchos otros sitios, como el siempre válido www.imdb.com.
La película, decía al principio, es para muchos una obra maestra. Me pregunto cuáles son los elementos que hacen de algo una obra maestra, una obra digna de pasar a formar parte del canon cultural (habría que hablar aquí también sobre qué es eso del canon cultural). Supongo que hay un punto de partida clave, y éste es que los personajes son seres cotidianos y normales. No hay nada especial en ellos. El doctor Harvey es un médico de cabecera que trabaja en un hospital. Está felizmente casado y se siente muy orgulloso de sus dos hijos. Más o menos lo mismo que Laura (nombre cargado de significados literarios en los que no merece la pena entrar), con la salvedad de que ésta es ama de casa.
Ambos son seres que, una vez a la semana, disponen de tiempo para ellos. Se transforman en afortunados dueños de sus existencias. Ella aprovecha y crea una rutina alternativa. Va al cine, de compras, a la biblioteca… Él hace prácticamente lo mismo. En definitiva, ambos son dueños de su tiempo. Pasan a ser seres solitarios, pero felices. El espectador recibe la impresión de que esos dos personajes son más felices en su soledad de un día a la semana que el resto de los días con sus familias.
Casualidad o no, coinciden en la cantina de una estación de ferrocarril. Un sitio mágico, trufado de túneles y pasadizos en los que el viento -a semejanza de los arbustos secos de las praderas en las películas del Oeste- arrastra papeles y desperdicios, de trenes que pasan a toda velocidad y en todas direcciones con multitud de destinos. Trenes que cortan la pantalla en dos y que dejan tras de sí un rastro de humo, ruido y temblores de tierra, como si quisieran dejar constancia de su existencia y su constante presencia. En la cantina se juntan una retahila de seres que no tienen cabida en otra parte, que viven allí cual enanitos del bosque en un cuento. Son personajes que resultan difíciles de imaginar en otra situación. Así como el doctor y Laura tienen otros escenarios donde llevar a cabo sus aventuras, los personajes de la cantina son inconcebibles fuera de ella. Son como seres legendarios que aparecen y desaparecen con las brumas de los trenes (una especie de Brigadoon). La cantina es, además, un lugar en el que el amor es un juego y hace sonreír. El espectador desea que Albert Godby y Myrtle Bagot nunca se comprometan y mantengan por siempre ese divertido coqueteo, con bizcochos tirados al suelo para evitar el acercamiento inclusive. Inolvidable el momento en el que Albert se comportan como un héroe y salva a su amada Myrtle de los dos clientes maleducados que quieren tomar alcohol a una hora prohibida.
Ese pequeño bosque shakesperiano es el punto de encuentro de Laura y Alec. Fuera de allí no están a gusto. En el cine la película resulta ser mala. En el restaurante son descubiertos por dos amigas de ella y tienen que, una vez más, escudarse en la mentira. Cuando al final deciden tener el encuentro en el apartamento del amigo, el asunto tampoco funciona. Ella debe salir de la casa por la puerta trasera, dejando tras de sí olvidada una prenda. El amigo, de malvada mueca, actúa como un grostesco amo del castillo disgustado porque sus súbditos no han hecho lo que él esperaba. El amigo actúa como la voz de la conciencia que dice que lo que Laura y Alec están haciendo no puede ser. El rostro del amigo es el rostro del Super-Ego, de la norma, de la costumbre, del Dios todopoderoso. Y mientras Alec recibe la reprimenda, casi silenciosa, de su amigo, Laura está en la calle, sola (ahora la soledad se transforma en algo horrible, en algo digno de temer) y empapada por la lluvia. Frente a la lluvia redentora de Singin' In The Rain o fecundadora de Breakfast At Tifffany’s, ahora el agua es castigo, es penitencia. De nuevo, una vez más los dioses son enemigos de la humanidad. Laura debe volver a su casa, debe volver al hogar.
De repente, la cantina, seguro lugar de escape, se torna escenario de tensión. Cuando Laura y Alec están despidiéndose, aparece un amiga de Laura. La hipocresía social corta de raíz la despedida. Algo que el espectador deseaba ver no tiene lugar. Así, no sólo se corta el deseo de los personajes. También se corta el de los espectadores.
Laura debe volver a casa, a tejer junto al fuego, cual Penélope, a rechazar a sus pretendientes, a escuchar a un nivel atronador, y así callar sus voces interiores, el segundo concierto de Rachmaninov, cuya presencia a lo largo de la película nos recuerda constantemente que estamos asistiendo a la narración de un hecho pasado y concluido. No hay que olvidar que el concierto de Rachmaninov es el presente, es la música que emana de la radio del hogar mientras ella mira atrás con lágrimas en los ojos. Cada vez que suena esa música es para recordarnos que lo que vale es lo que ocurre en el cuarto de estar, que la Laura que nos vamos a quedar es la Laura-Penélope, siempre esperando, siempre triste.
Sabíamos desde el principio que iba a ser así. Desde el mismo principio vemos la fría despedida (así lo es por culpa de la presencia de la molesta amiga de Laura) y sabemos qué va a ocurrir. Por si no estuviera claro, la película nos da pistas. Llevado al terreno simbólico, resulta más que llamativo la incapacidad de los dos personajes de cruzar el puente que surca el río, y que parece conducir a un bosque, al que acuden a fantasear. Da la impresión de que se nos estuviera diciendo que nunca van a entrar realmente en el mundo de la naturaleza, en el mundo de la pasión desbocada. Tal vez sea exagerado, tal vez no, pero ocurre igualmente que ninguno de los dos encuentra de su agrado la película que van a ver al cine, la cual va en torno a pasiones desenfrenadas, naturaleza primitiva y prehistórica…
Una muy buena película que daría pie a artículos más largos (y mejores) que éste. Se la recomiendo (por no decir obligo) a cualquiera que quiera saber un poco más sobre qué es eso llamado cine.

sábado, 9 de diciembre de 2006

El Perfume

Acabo de llegar de ver la película El Perfume. La sala estaba abarrotada. Por suerte, conseguimos las entradas pronto. Con todo, la localidad no era muy buena. A mi derecha, un gilipollas encendiendo el dichoso teléfono móvil cada dos por tres para, digo yo, comprobar si algún neurótico como él había llamado. Este hombre iba acompañado por una mujer que, nerviosa ella, liberaba su tensión frotando una bolsa de plástico y abriendo, muy lentamente, caramelos.
La película me ha parecido mala. Y creo que hay dos factores básicos. Uno de ellos es un horrible actor principal, cruce de Farruquito + Antonio Banderas famélico, que en algunas escenas da verdadera risa (luego iré a ello). El otro factor: la ambientación sonora. Me ha parecido muy inadecuada la partitura, totalmente inapropiada con las imágenes.
Decía que en alguna ocasión el actor este (Ben Whishaw) daba risa. Por ejemplo, en la escena en la que, próxima su ejecución (no chafo el final porque la película comienza con la noticia de su ejecución), se pone a manejar las masas está simplemente ridículo... Ahora el cruce se produce entre Bunbury y Farruquito. ¿Qué vas a decir de una película en la que el público se ríe en un par de escenas supuestamente dramáticas? No digo cuáles para no predisponer.
Hay momentos interesantes, claro. Por ejemplo, todo el comienzo. La ambientación visual del París de aquellos tiempos pre-revolucionarios me parece muy buena (no estuve allí, así que no puedo opinar), con claro énfasis en destacar las grandes diferencias entre las diversas clases sociales y las radicalmente distintas entre sí zonas de la ciudad. La actuación de Dustin Hoffman (que recuerda peligrosamente a Miliki en muchos planos) y, sobre todo, Alan Rickman, salvan, a mi modesto parecer el conjunto. No obstante, hay momentos en los que Hoffman-Miliki da a su personaje un toque de cuento infantil. Y creo que ahí radica gran parte del fallo de la película: muchas veces se recibe la impresión de estar asistiendo a la escenificación de un cuento y no de la tragedia (en el más puro sentido clásico de incapacidad para poder enfrentarse al destino y al absurdo dictado de los dioses) que Jean-Baptiste Grenouille lleva desde el mismo día en que nace (¿le habrá pasado Patrick Süskind a los herederos de Charles Dickens parte de los royalties? El arranque trágico es puro Dickens, a mi parecer...).
A destacar igualmente, por el hábil uso de la cámara y de los decorados, la escena en la que, tras una reprimenda por parte de su padre (el personaje de Alan Rickman, celoso de la seguridad de su hija, quien baila alegremente), la hija (linda Rachel Hurd-Wood) huye llorosa y se pierde entre las calles abandonadas de la ciudad. Me parece más que digno el modo en que se filma la escalera -más bien una calle empinada con escalones- y el simbolismo que lleva consigo ver a la hija abrazada al padre arriba, en la luz, mientras el asesino permanece agazapado abajo, en la oscuridad. De todas formas, prefiero las calles de muchas otras películas, como es el caso de Breve Encuentro (el callejón que pasa por encima de la estación de tren, la rampa que comunica los andenes en la estación...), mucho más modestas y mil veces más efectivas.
Cuando terminé de leer el libro, me afané en buscar los olores a todo y a todos. Cuando terminé de ver la película me afané en contener mi cabreo ante 6 euros perdidos. Si lo llego a saber, me la descargo.
4/10

jueves, 7 de diciembre de 2006

Algo que tal vez continúe #28

Me canso de echarte en falta.

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Algo que tal vez continúe #27

Dice que se ha mojado mucho. No puedo evitar sonreír.
Dice que se ha perdido en la desconocida ciudad. No puedo evitar sonreír.

Algo que tal vez continúe #26

Echo en falta la monotonía, saber las horas a las que toca aburrirme, saber cuál es mi momento para expresar mi malestar por algo que no puedo cambiar. Echo en falta los olores de un siempre que se fue, que es un pasado que se ha quedado para siempre en suspenso. Echo en falta no tener que pensar en ti. Echo en falta tener la magia para con una simple mirada tenerte a mis pies. La magia se perdió cuando te fuiste. Me perdí entre mis sueños, poblados por ti y por tu imagen, que ahora se deforma. ¿He de preocuparme porque ya no recuerdo el color de tus ojos? ¿Qué tonalidad de verde eran? ¿Acaso eran marrones? ¿He de preocuparme porque dudo si nuestro aniversario es el 15 ó es el 16? ¿Y si resulta que es el 24? Sí, pero ¿de qué mes? ¿He de preocuparme porque quiero echar en falta mis dudas sobre tu amor? ¿Es grave que ya no dude? Echo en falta lo que ya no recuerdo. Echo en falta tu rostro, cuya sonrisa ahora se ha transformado en algo fanstasmagórico. Tu voz resuena en mi cerebro.
Echo en falta olvidarme de tu cumpleaños, no avisarte de que voy a regresar tarde a casa. Siento dolor por no escuchar cómo te quejas de lo sucio que queda todo después de afeitarme.
Echo en falta echarte en falta. Echo en falta no tener que recordar tus cabellos, tu cintura, tu risa, tu llanto, tu voz, tu susurro, tu sabor, tu olor, tu alegría, tu tristeza.
Siento lejana tu distancia. Echo en falta tu ausencia. Mi silencio pide a gritos tu voz.
Te echo en falta entera.
Te echo en falta dormida.
Te echo en falta desnuda.
Te echo en falta vestida.
Te echo en falta lejos.
Te echo en falta cerca.
Te echo en falta en la sillón.
Te echo en falta en la cama.
Te echo en falta en mis fantasías.
Te echo en falta en mis silencios.
Te echo en falta riendo.
Te echo en falta mirándome.
Te echo en falta.

jueves, 16 de noviembre de 2006

Algo que tal vez continúe #25

El amor es sí y es no. Igual que el odio, que es no y es sí. Como la vida, que es hoy y no mañana. Como la muerte, que es ni mañana ni hoy. Como siempre, que es ayer y siempre fue y tal vez será. El aburrimiento es ni hoy ni mañana acaso sólo ayer que parece no irse. El suicidio es sí y es no. La sonrisa es hoy y es mañana. El llanto es ayer y no es mañana. Ella está dentro de mí y fuera de mí. Tú no estás en y sí estás en mí. Cierro los ojos y te veo; los abro y ya no estás. Desconecto los sentidos y te siento; conecto mi sentido de la realidad y te marchas rápidamente. En el silencio te oigo. Sí y no. Eso eres tú. Eso soy yo. Sí y no. Ayer y hoy. Ni si ni no. Ni ayer ni hoy. Ella lleva a mí. Yo llevo a ella. El amor y el odio dan vueltas y juegan de la mano. El ayer y hoy caminan a la par hacia un no mañana. ¿Para qué saber? ¿Por qué saber? ¿Por qué aprendemos? ¿Por qué olvidamos? ¿Por qué? Porque.

Algo que tal vez continúe #24


Suena el teléfono. No lo puedo atender. Estoy trabajando. Detesto el trabajo. Detesto que mi rutina dependa de la rutina de los demás. Detesto tener que estar presto en un sitio a tal hora simple y llanamente por a ese ser imbécil hoy le apetece dormir un poco más y se cree con derecho a cambiarme la hora. Su sueño es mi dinero. He de callar. He de seguir adelante hacia alguna parte. No sé dónde quiero ir, pero sé que sí quiero ir. Me escapo quince minutos del trabajo, a hurtadillas, en silencio, a espaldas de todo el mundo. Miro el teléfono. Veo la llamada de antes. Una llamada sin contestar. Alguien viene. Espero que no sea alguien dispuesto a molestarme. No tengo ganas de hablar. Miro de quién es la llamada. No conozco ese número. Lleva un prefijo de otra provincia. Me avisa el teléfono y me dice que alguien ha dejado un mensaje en el contestador. Voy a escucharlo. Quiero silencio. Una voz de robot me dice que tengo un mensaje. Ya lo sé. ¿Cuántas veces más me lo van a decir antes de que finalmente lo escuche?

Es ella. Su voz. El color de sus ojos viene a mi mente. Su cabello. El tacto de su piel. Su risa. Deseo verla. Deseo estar con ella otra vez. Se detiene el tiempo. Debo contener mi alegría. Me cuesta. Sobre todo su risa. Sus movimientos de mano. Sus coletillas al hablar. Sus promesas divertidas. Sus inesperadas salidas. Miro a mi alrededor. Parece como si todo se hubiera detenido. Repito el mensaje. Sus andares. Sus gestos. Sus peticiones. Sus deseos. Ella. Mi deseo. Ella. Nuevamente ella.

Howard Goodall

Descubro, con gran placer y de pura casualidad, la existencia de este personaje llamado Howard Goodall. A través de uno de mis intercambios de material discográfico con gente de aquí y de allá, me llegó, esta vez desde París, un DVD que contenía, entre otras cosas, un documental sobre The Beatles, que es, en realidad, uno de los capítulos de una serie de televisión llamada Howard Goodall's 20th Century Greats.
No dura mucho, lo cual es una virtud y, en casos como éste, una lástima. Este hombre, británico él, es todo un experto en música y no se trata del típico crítico que habla sin más de la obra de los demás. Es compositor y, mejor todavía, es un perfecto didacta. Verle, y escucharle, resulta ameno. Contrariamente a lo que sucede a los reporteros que chupan cámara y acabas por detestar (tipo Mercedes Milá, con siempre dos cámaras eternamente adorándola, una de ellas en un predecible angulo supuestamente novedoso), la presencia de Goodall se torna en agradable y nunca molesta. Apetece invitarle a tu cuarto de estar para tocar música juntos.
Conoce el tema. Sabe de qué habla, y, a diferencia de grandes pedantes ocultos en las segundas cadenas de televisiones estatales, resulta hipnotizador. Es algo así como el Carl Sagan de la música.
Todo un descubrimiento. Su obra es amplia y quizá lo más difícil de conseguir son sus DVD's, de cuya existencia he conseguido constancia a través de su oficina (gente muy amable). Eso sí, son carísimos los DVD's, al menos para mi gusto.
Howard Goodall, un nombre que todos los amantes de la música y enemigos de la pedantería deberían investigar.
http://www.howardgoodall.co.uk/

domingo, 5 de noviembre de 2006

Azul

La primera vez que fui a ver la película Azul (Krzysztof Kieslowski, 1993 http://www.imdb.com/title/tt0108394/) fue en el cine Eliseos de Zaragoza. No recuerdo la fecha exacta, pero sí que recuerdo muchos circunstancias. Mi hermana fue con el que luego sería su marido, yo fui con la que ahora no es mi mujer. Vinieron mis primos de S. Uno de ellos, vaya por Dios, llegó tarde. Le pusimos en el asiento una almohadilla de aire para que, al sentarse, lanzara un ruido similar a, bueno, a una emisión gaseosa por el canal inferior destinados a la eliminación de resuidos corporales.

Me gustó. Al resto de la gente no le gustó en absoluto y estuvieron reprochándomelo durante mucho tiempo. Desde entonces, cada vez que me piden que escoja una película, opto por mandarles al último blockbuster de turno. Tú, yo y ahora Dupree (o algo así) fue la última mierda a la que nos metimos por recomendación mía.

Hoy he visto de nuevo Azul y me ha gustado. Para mí va sobre muchas cosas. Sobre el sexo como escapismo ante la muerte (esa eterna dualidad eros-tánatos tan presente en el cine y que viene a decir algo así como "si tienes mucho sexo con otra persona sólo llevado por la pasión, acabarás muerto, o pirado, o fuera de tus casillas"), sobre la música como método de comunicación (¿realmente se llega a terminar la composición musical? ¿realmente escribía el famoso compositor sus piezas o lo hacía su mujer y su ayudante? ¿realmente es el acto de la creación un acto cerrado? ¿qué significa "autor"?), sobre la soledad (todos están solos... la amante del compositor opta por la soledad, la mujer del compositor opta por la soledad parcheada con ocasionales encuentros para mantener relaciones sexuales que más parecen mamá-hijo que amante-amante), sobre la ciudad (¿quiénes son esos seres que vemos durmiendo una noche tirados en el suelo y a la mañana siguiente les vemos apearse del coche de una mujer cuya identidad nunca se nos revela?), sobre la familia (¿es un montaje? sorprendente cuando el ayudante del compositor dice a la viuda "¿no sabías lo de tu marido?" cuando ésta se entera de que su marido tenía una amante, que en cualquier momento va a dar a luz)...
Es una historia de personajes solitarios, que no saben amar, que no saben si quieren vivir o morir: nos enteramos de que cuando el coche se estrella contra el árbol el conductor sigue contando el chiste como si nada hubiera pasado; el intento de suicidio de Julie no queda claro si es frustrado por la vergüenza de verse descubierta por la enfermera o porque realmente le duele morir y no se atreve. Una fábula sobre seres con caminos absurdos (¿qué narices hace ese chaval, testigo del accidente, a principio de la película en mitad de ninguna parte?; sorprendente la anciana, muy encorvada, para la que llevar una botella de vidrio al contenedor, supone una lucha contra todos los elementos). ¿Por qué Julie decide terminar la partitura que su marido dejó inconclusa?

La principal crítica que se puede hacer a esta película es que "es lenta", pero... ¿qué siginifica eso realmente? No es una película de persecuciones. Es una película de miradas (el plano, que ocupa toda la pantalla, del ojo de Julie Vignon en el que se refleja el doctor comunicando las noticias a aquélla me parece muy interesante y digno de un análisis más detallado). La paleta de colores y la iluminación está muy cuidada, dominando el azul, de manera aplastante en algunas escenas. Como ejemplo de estos último, debemos mentar las escenas de los baños en la piscina: todo es azul... El azul preside la habitación de la niña muerta. Azul es el adorno que Julie cuelga nada más instalarse en su nueva casa en la ciudad (ornato que, cosas de la vida, a la prostituta del piso de abajo evoca recuerdos de infancia y que, en base a unos comentarios de Julie en torno a cómo dio con ese artefacto de cristales azules, puede ser que se trate del que la prostituta perdió hace mucho).
Y, claro, azul es también uno de los tres colores de la bandera francesa: azul, rojo y blanco, como ha declarado en multitud de ocasiones el director de la película.
No es una película apta para todos los gustos. Al que quiera acción, que la busque en otra parte. Al que quiera encuentros amorosos al uso, que los busque en otra parte.
Por cierto, la música, tan alabada por muchos, no me parece tan magnífica. Me recuerda a demasiadas otras cosas. No me preguntes cuáles. Ahora tengo sueño.

Lennon dixit


"Our society is run by insane people for insane objectives".


"Part of me suspects I'm a loser, and the other part of me thinks I'm God Almighty".


"Jesus was all right, but his disciples were thick and ordinary. It's them twisting it that ruins it for me".


"Reality leaves a lot to the imagination".


"As usual, there is a great woman behind every idiot".


"You either get tired fighting for peace, or you die".


"You have to be a bastard to make it, and that’s a fact. And the Beatles are the biggest bastards on earth".

miércoles, 25 de octubre de 2006

Algo que tal vez continúe #23

El ritmo del aburrimiento. La canción del hartazgo. ¿Cada cuánto cambia ese semáforo de color? ¿Cuánto tiempo permanece en naranja? ¿Cuándo éste se pone verde aquél pasa a rojo? ¿Cómo estará entonces el semaforo de mi calle? Analizar la ropa de la señora que está junto a mí. ¿Cuántos segundos tienen que pasar para que vuelva a girar la esquina una bicicleta? No me gusta la música que se oye en ese coche. ¿En qué narices trabajará esa chica de allí? ¿Quién es ese tipo con el que va? ¿Me dará tiempo esta vez a cruzar la calle? El ritmo de la desesperación. Tengo hambre pero no me apetece comer. El aburrimiento. El vacío. Tengo sueño pero no quiero ir a la cama. ¿Cuántos pisos tiene realmente esa casa? Me cuesta contar si son quince o dieciséis. ¿Cómo vería todo si me quitara las gafas? A ése de allí se le van a caer las bolsas. Miraré a otra parte. ¿Me he puesto bien los calcetines? Parece que me molesta la ropa que me he puesto hoy. ¿Veré hoy a algún motorista sin casco al que mirar con cara de saberme el código de circulación? Se me ha olvidado a qué vecinos he saludado hoy. El ritmo del aburrimiento, del aburrimiento, del aburrimiento. El eco de la nada. La celebración del absurdo de la existencia. El descubrimiento del sinsentido que es existir. El ritmo sin música. La canción sin melodía. El texto sin palabras. La respiración sin oxígeno. Olvidar el origen. Borrar la memoria. Percusión muda. Distorsión que pretende ser armónica. Aburrimiento. Hartazgo.

martes, 24 de octubre de 2006

Algo que tal vez continúe #22

Me dijo que había visto a Dios. Iba vestido con una túnica de colores. De muchos colores, muchos de los cuales eran indescriptibles con palabras. Acaso con olores, con sonidos, acaso con gestos. La luz era blanca y azul, verde y roja, amarilla y naranja. No supo decirme más. Insistía en que había visto a Dios. Junto a él estaba la pequeña Sara, más bella que nunca. No, yo no estaba por allí. Sí, sí que había música. Pero no supo decirme de qué tipo. Tal vez me gustase, tal vez no. Había una gran mesa. No, muchos más de doce. Había un sitio para mí. Sí, un sitio para ti. No sé porqué pero era un sitio para ti. Y tenías que haber visto a la pequeña Sara jugando con ese señor. Creo que era Dios. No estoy segura pero creo que a lo mejor era Dios. Hablaba del ayer, del hoy, del mañana. Nadie entendía lo que decía pero todos parecían felices. Repartía la comida por las mesas y aguantaba con increíble paciencia todas las gamberradas de la niña. No como tú, que no aguantas nada. No como yo, que no aguanto nada. Me mira y llora. Me mira y no sé cómo reaccionar. Está temblando. Dice que era un señor muy bueno. Quiere volver a hablar con él. Lo intentará otra noche. Sí, lo intentaré otra noche. Tengo ganas de ver a Sara, a la pequeña Sara, jugando feliz, jugando al señor de la túnica de colores. Se queda dormida junto a mí mientras me cuenta que ha visto a Dios.

Algo que tal vez continúe #21

Seamos, Sara, tú y yo, seres eléctricos. Sara. Baila al ritmo de mi música. Mi mano derecha subiendo y bajando por el mástil, deteniéndose, fruto de mi torpeza, en los acordes complicados. Sara. Siente la electricidad salir de alguna parte. Siente cómo el más mínimo rozar de la cuerda se transforma en una descarga de vida. Pongo los dedos de una manera. Suena la locura. Cambio ligeramente la posición de mi mano derecha e invoco un amanecer. Seamos seres eléctricos. Bailemos de manera absurda. Gritemos incongruencias. ¿Por qué no bajamos la luz y subimos el volumen? ¿Por qué no bajamos la ansiedad y subimos el deseo? ¿Por qué no cerramos los ojos y nos miramos con las yemas de los dedos? Siente mis dedos sobre el mástil. Estoy construyendo un acorde mayor, lleno de eco. Siente mis dedos en tu cuerpo. Mi música es de tono mayor. Cambio tu pelo de posición. Veo tu nunca al desnudo. Sigue la guitarra gimiendo. Sigue la música sonando aunque yo haya callado. No dejes nunca de bailar. No dejes nunca de sentir el ritmo de lo que te rodea. Todo es ritmo. Agárrate a él. Busca la pasión. Busca el acorde que hará caer las murallas. Juntos descifraremos partituras secretas, escritas en la noche de los tiempos, para instrumentos que nunca existieron. Baila, Sara, baila. Siente el ritmo que hay en ti. Déjame mirarte mientras te retuerces, mientras actúas como una poseída, mientras gritas fuera de ti. Déjame escuchar tu acelerado corazón. Déjame oler y gustar tu sudor. Déjame sonreír mientras te veo acercarte y alejarte de mí. Siente la electricidad. Siente las ondas en tu cerebro invocando imágenes cuya existencia desconocías. Siente la electricidad poblando el aire. Siente. Siente. Siente.

lunes, 23 de octubre de 2006

Algo que tal vez continúe #20

Todas las calles me parecían idénticas. Igual de desiertas, igual de horribles. Todas las calles me daban miedo, me inspiraban pánico. Oía ruidos que no conseguía identificar. Estruendo humano tal vez. Estruendo animal tal vez. Las señales de tráfico parecían estar de más. Podía cruzar en rojo, en verde, en intermitente. Nadie en la parada del autobús. Sólo yo solo. El último hombre vivo. Ella arriba, muerta en la habitación. Sigo oyendo ruidos. Las calles se estrechan. Las calles se ensanchan. Los giros que antes me llevaban a la izquierda me conducían luego a la izquierda. Perdido en un laberinto de calles de un barrio marginal. No sé dónde estoy. Me da igual. Busco algún escaparate que destrozar, alguna papelera que quemar, coches para machacar sus lunas. Pero no tengo ganas. Mi deseo choca una vez más con la realidad. Todo a mi alrededor está muerto. Sólo oigo gritos, o tal vez nada. Sólo pienso en que no tengo que pensar. Por aquí ya he pasado antes. Pero algo ha cambiado. Por aquí también. ¿No es todo un mismo sitio? Me detengo. Creo escuchar algo. ¿Unos pasos? ¿Una respiración? ¿Una tos? Una mano en mi hombro. Me doy la vuelta. Un hombre que nunca mira a los ojos de la gente se ríe de mí. Me asusto. Huyo. Tropiezo. Su mano nuevamente sobre mi hombro. Otra vez su rostro, con una mirada que nunca se cruza con la de nadie. Sus ojos nunca miran a la gente. No conozco esa cara. Pero me resulta familiar. Su aliento pestilente me trae recuerdos de pesadillas. Necesito gritar. Cierro los ojos. No soporto esa mirada silenciosa. Cierro los ojos. Los abro. Estoy en casa. Mi habitación. Sara a mi lado. Estoy sudando. Me levanto. Me ducho. No quiero que Sara se despierte. Vuelvo a la habitación. Ella está en la misma postura de antes. Sólo veo sus ojos cerrados. Adivino su pelo, su contorno. Me imagino su respiración. Estoy desnudo. Abro mi armario. No quiero hacer ruido. Cojo ropa de abrigo. Creo que esta noche hace frío. Creo que esta noche va a llover. Miro por la ventana. Veo caer la lluvia. Se ve que hace viento. Se siente el frío. Todas las calles me parecen idénticas. Igual de desiertas, de muertas, igual de horribles. Siento miedo. Siento pánico. Me desnudo. Vuelvo a la cama corriendo. Con la respiración entre cortada me acurruco junto a Sara. Ella se mueve. Su pelo cambia de posición y toca mi cuerpo. Sara. Nunca dejes de mirarme.

domingo, 8 de octubre de 2006

Algo que tal vez continúe #19

Entró al bar con cara sofocada. Era guapa. Se acercó a mí. Me llegó su olor. Me acerqué a ella para aspirar su perfume. Cuando volví a casa no paraba de olerme las manos. Olían como ella. Cada vez que aspiraba una bocanada de aire con mis manos pegadas contra mi nariz, me venía una colección de aromas. Percibía sobre todo el humo. Pero por encima de esa peste a tabaco estaba su perfume. ¿De qué marca era? ¿Era fácil de conseguir? ¿Quedaría bien si le regalaba de manera inesperada un frasco de ese su, me imaginaba, perfume favorito? ¿Sería caro? No parecía una mujer de gustos caros. A lo mejor me equivocaba. ¿Sería de gustos exquisitos? ¿Acaso ese perfume que llevaba se lo había regalado alguien con quien estaba saliendo? A lo mejor era el típico perfume que te pones una sola vez en la vida porque sabes que la persona que te lo ha regalado va a verte y a prestar atención a ver si usas su presente. A lo mejor acababa de estar con ese ser. ¿Cómo sería? A lo mejor no había nadie. A lo mejor esa colonia que llevaba era un muestra que le acababan de regalar en unos grandes almacenes. A lo mejor todos los días por la mañana, después de ducharse, impregnaba su cuerpo de esa fragancia. A lo mejor ése era su olor natural. No creo que así fuera. De vuelta en casa, en la soledad de la habitación, su olor me venía a cada segundo. Cada bocanada de aire era un simulacro de su aliento. Cada bocanada de aire era el recuerdo de mi mano furtivamente colándose en su pelo. Cada bocanada de aire inundaba despertaba en mi cerebro corrientes de electricidad que encendían cada rincón de mi cuerpo. El recuerdo de su cuerpo crecía con su olor, fuente de recuerdo, fuente de vida. Me encerré en mi habitación. Apagué la luz. Cerré la ventana. Bajé la persiana. Oscuridad total. Cerré los ojos. Respiré recordando la viejas enseñanzas de mis años de yoga. Me llevé las manos a la nariz y me cubrí la cara con ellas como si éstas fueran una máscara de oxígeno. Aspiré profundo. Quise que ella estuviera allí. Pero no estaba allí. No estaba allí. Allí. Sólo me quedaba su olor. Partículas de su cuerpo pegadas a mis manos. Partículas de su olor impregnándome. Me sentía uno con ella. Pero ella no estaba allí. No estaba allí. Allí.

Algo que tal vez continúe #18

El sábado por la tarde, tras una llamada para cancelar unos planes en los que no había puesto demasiada ilusión, se presentaba, una vez más, gris y aburrido. O tal vez no tanto. Al menos podría ponerme al día de la cantidad de libros atrasados que tengo. Libros de todos los tipos. Empezando por el Ulysses, de Joyce, el cual he empezado no sé cuántas veces; siguiendo por mitos clásicos; pasando por novelas de calidad ínfima; terminando por el que ahora llevo entre manos acerca de neurología y que, la verdad, se me hace difícil, aunque interesante. Así que de tal guisa se me planteaba la tarde. Una tarde quijotesca. Mi mundo y yo. Mis libros y yo. Yo. Yo. Yo. Sin ganas de pensar en ella, a pesar de lo cual le llamé y quedé con ella para el domingo siguiente. Ella. Ella. Ella. Siempre ella, quienquiera que sea. En estos pensamientos me hallaba, con un libro entre las manos, o tal vez con la guitarra, cuando el teléfono sonó. Lo tenía puestos en silencio, así que, si me enteré, fue por las interferencias causadas en la pantalla de mi televisor, que estaba puesto lanzando imágenes de un concierto de un grupo de amigos. Casualidad de las casualidades la llamada telefónica fue para invitarme a un concierto de, precisamente, esa misma banda. Mi buen amigo E. Otro más de la pandilla de “los músicos”. Otro más de los que, poco a poco, van cayendo en el saco de "es que me tengo que ir antes porque mi mujer…". A veces le envidio. A veces no. Ayer era uno de esos días en los que no sentí pelusa. Veía que yo podía hacer lo que me diera la gana con mi vida, que no tenía nadie en mi mente para que me dictara cómo proceder. Mentira. Mi mente estaba en ella. Aún con todo, entré en el juego de E. y estuvimos bailando toda la noche con un grupo de chicas. Incluso, siguiendo sus comentarios, me quité el anillo que llevaba en uno de los dedos de mi mano. "Las espantas con eso. Seguro que se creen que tienes a alguien esperándote en casa", me dijo E. Me lo quité. Así tendría un elemento menos contra el que luchar. Pero ella no se me iba de la cabeza. Ella. Ella. Ella. Una de las chicas parece que se acercaba demasiado. Me acerqué. Le seguí el juego. Ella. Ella. Ella. Ella. ¿Por qué seguía agobiado por ella si ni siquiera existía? ¿Por qué me echaba atrás por culpa de una idea acerca de alguien que ni siquiera existe? A ella, a Sara, la había conocido hacía muy poco, y todavía no sabía quién era. Sin embargo, algo en mi interior me lanzaba constantemente su imagen a mi cerebro. Los contoneos de esa mujer me estaban excitando. Buscaba entre la gente del local rostros a los que mirar, con la que mantener un vacile momentáneo de escasos segundos que reforzara mi deshecha autoestima. Examinaba todos y cada uno de los cuerpos que se balanceaban al ritmo de la música. Caderas, pechos, ojos claros, ojos oscuros, melenas, pelos cortos, cuerpos gordos, cuerpos delgados, contoneos imposibles reflejos de deseos incumplidos, imperfecciones camufladas por el olor del tabaco mezclado con sustancias prohibidas, complejos ocultos tras el muro de los decibelios apuntando directamente al bajo vientre. Destellos de vida en mentes destrozadas por un trabajo odioso. Destellos de gente deseosa de ser feliz, de mandar todo a la mierda, de matar a su jefe, de darle un corte de mangas en la cara. Destellos de gente con deseos eternos, con parejas equivocadas, con miradas analizando anatomías que nunca serán suyas. Destellos de pensamientos en torno a lo que pudo haber sido y nunca será. Aliento de alcohol, respiración de humo, besos urgentes, caricias robadas de camino a la barra, manos que se pierden por unos segundos en rincones inaccesibles, roces con más significado y poesía que la más bella obra de arte. Y ella en mi mente ante el espectáculo del deseo, de la represión liberada. ¿Por qué? ¿Qué hay en nuestra mente que nos hace actuar así? Ella. Ella. Ella.

viernes, 6 de octubre de 2006

Por suerte

Que Pr venga a buscarte en plan sorpresa a la salida del trabajo es una bendición.
Todavía no sé si me iré de esta ciudad para las fiestas del Pilar.
Cada vez estoy más harto de mi situación en todos los planos. Lo peor de todo es que lo está pagando la gente cercana a mí. Afortunadamente, al igual que Dr House, muchas veces siento que, dada la ausencia de vida personal en mi existencia, poca gente es la que resulta molestada en tal caso. Las ganas de mandar todo a la mierda y pegar el mayor corte de mangas de mi existencia se apoderan de mí. Aún quedan pequeños destellos de alegría, tales como llamadas sorpresas. Pero me canso.
Cada vez me siento más lejos de ciertas personas por las que hace unos años hubiera hecho locuras. No puedo evitar sentirme mal al ver cómo ciertas personas han cambiado (a lo mejor soy yo el que ha cambiado, como me dio el otro día E.) y sentir que lo único que me apetece es levantarme de su lado y despedirme con un "ya nos llamaremos". Algo dentro de mí dice que eso es lo que hay que hacer: alejarse de esa persona en cuyo mundo ya no pinto nada. Tal vez la siga encontrando atractiva, pero la calle está llena de tías atractivas y ello no implica que vaya a perder la cabeza por ellas. Tal vez ella piense de mí que yo soy un tal o un cual, y seguramente tendrá razón. Lo único que sé es que el otro día que estuve con ella me sentí mal, incómodo, con ganas constantes de levantarme. Me imagino que nunca llegará la ocasión de hablar con ella nuevamente. Me imagino que habrá que irla borrando de la cabeza. No creo que lo consiga nunca.

domingo, 1 de octubre de 2006

Aniversario de la concesión del derecho al voto a la mujer

Hoy se produce el 75 Aniversario de la concesión del derecho al voto a la mujer.
¿Cuándo celebraremos el Primer Aniversario de la existencia de algo decente a lo que votar?

La casa del lago

Todos tenemos un lado oscuro y otro luminoso. A veces uno de ellos se ilumina demasiado y ciega a la otra mitad. A veces, las menos, ambos se ponen de acuerdo y nos permiten disfrutar de esta cosa llamada existencia en tranquilidad. A veces llegan paletos con legiones de aduladores y hacen películas inspiradas en eso (véase Star Wars, de Lucas, películas que me gustan pero que, ya hablaré otro día, han hecho mucho daño a la ciencia ficción). Una película, La casa del lago, es la culpable de que se me haya iluminado en exceso mi lado luminoso. La vi ayer, en DVD, en versión original. He de decir que me muestro escéptico ante tal tipo de productos que son hijos de la mercadotecnia de Hollywood y de cuya parafernalia participan de una manera más que obvia. Había hablado del tema con Nk hacía varios días y me había recomendado verla. Al final, me tragué mi orgullo y me hice con una copia de ella.
Lo admito. Me captó desde el principio. Supongo que me tocó una fibra sensible, cual es la de la música. Desde mi modestia opino que la banda sonora de la película es excelente. Acaramelada tal vez. Pero insisto en que estamos de excursión por el lado blando de éste que firma, el viejo Capitán, cansado y con problemas acuciantes de vista y oído. La música me pudo. La fotografía me pareció fantástica, jugando con los diferentes tonos de las estaciones climatológicas. Me encantó el papel otorgado a la perra, que recibe nombre de perro macho (no me acuerdo ahora… ¿Jack? Tal vez…). Es el único ser capaz de moverse libremente entre los dos tiempos y es ella quien, en cierta manera, abre los ojos al chico (Keanuu Reeves - no tengo ganas de comprobar si lo he escrito bien o no-) sobre lo que está pasando con respecto al tema espacio-tiempo. Tal vez si esta película hubiera sido producida en los años 70 o en los 60 se hubiera dado más protagonismo al tema del espacio-tiempo, algo que aquí no se discute en ningún momento. Resulta curioso el hecho de que la mayoría de los personajes admitan como algo natural el hecho de estar manteniendo relaciones con alguien en otras coordenadas tempo-espaciales. Nadie se plantea porqué eso es así, si eso es posible. Gracias a ese dejar de lado el tema físico (que era lo que realmente me atraía de la película) el interés se desvía hacia el tema amoroso, o mejor, hacia del de las relaciones humanas. La pregunta que nos lanza constantemente la película es si somos dueños o no de nuestros destinos, si realmente podemos alterar el espacio-tiempo para conseguir aquello que deseamos. Y llevado a un terreno más sentimental, el film nos pregunta: ¿existe el amor perfecto? ¿Existe el amor? Para responder el interrogante toma el personaje de una doctora (Sandra Bullock), harta del amor, encerrada en su mundo (nada original, por otra parte - me viene a la cabeza la deliciosa Bella Martha, o Frankie And Johnny…) quien se niega a ver que ante sus ojos tiene al hombre de su vida. Esta linda doctora se ve inmersa en una trama más propia de la literatura de ciencia ficción que de una historia romántica, si bien, ya lo he dicho, predomina este último elemento. Esa trama se ve salpicada por la magia (tampoco mucha, la verdad, si bien la aparición del árbol delante de la urbanización es suficiente) y los malentendidos (¿por qué no acude a la cita al restaurante?), todo ello aderezado con decisiones equivocadas bajo apariencia de correctas. Al final, vence el amor, vence la esperanza, que se confabulan mágicamente contra las leyes físicas del espacio-tiempo (suponiendo que éstas existan). ¡Ah! Y no os olvidemos de poner de nuestra parte. Hemos de ser pacientes y la calma ha de presidir nuestras decisiones. Bonita película para alguien buscando un poco de esperanza. Llámame cursi, mas recuerda que yo, al igual que tú, tengo un lado blando y luminoso. No está mal encenderlo de vez en cuando, pero sin pasarse.
De todos los momentos de la película, me quedo con el baile de la fiesta de cumpleaños de la doctora. Tal vez me haya influido el hecho de que la canción sea «This Never Happened Before» de Paul McCartney.

sábado, 30 de septiembre de 2006

Algo que tal vez continúe #17

En ese momento le amaba. En ese momento quise hacer el amor con ella. Inundarla. Sentirme sucio con su sudor. Agotar el oxígeno del mundo. Sincronizar mis latidos con los suyos. Sentir placer al aspirar su olor. Sentir escalofríos cuando ella me rozara con sus cabellos. Sentir ganas de gritar cuando su pecho rozara mis labios. Ganas de escucharla gemir al ritmo de mi respiración. Ganas de quedarme sin aire al sentirme dentro de ella. Ensuciarme de ella. Ella sucia por mí. Yo sucia por ella. Su aire mezclado con el mío. Sus dedos enredados con los míos. Cabalgar sin rumbo hacia ella. Le amaba.

Algo que tal vez continúe #16

Ella. Con una guitarra de doce cuerdas. Perfectamente afinada. Acordes luminosos. Agazapada en una esquina. Canciones en inglés. Se inventaba las letras. Me dijo que había descubierto el secreto muy pronto. Por eso le habían expulsado. Brillaba demasiado. Rasgaba una canción muy lenta. Hablaba de agujeros y de nubes, de agua y de tierra, de viento y fuego. Su voz tenía el dolor y el color y el olor y el sabor que te provoca un escalofrío por todo el cuerpo. Me senté junto a ella. Sentí su cuerpo. Le dije que me sabía las letras de algunas de las canciones que estaba cantando. Me miró y me pidió que cantara con ella. “Me da vergüenza, ¿sabes?”, me dijo con una gran sonrisa en los ojos. “Eres capaz de sentarte en el suelo conmigo y te da corte cantar”. Sonora risa. Risa llena de vida. Vida alimentada de risa. Mujer de ninguna parte. Mujer llena de risa. Más llena de vida que yo, vacío de risa. Despojada de ira. Dejó la guitarra en el suelo. Se giró hacia mí. "¿Te gusto?”, me preguntó. “¿Te apetece tomar un café?”, le pregunté. “Todavía no me has contestado. No quiero tu café. Quiero tu respuesta". El silencio se apoderó de mi. Por el callejón resonaba el eco de la madera de la guitarra, golpeada de manera violenta por nuestros pies, que se enredaban mientras nos besábamos. Cerré los ojos. Los abrí. Sara estaba durmiendo a mi lado. Ella. Le amaba. ¿Era ella la mujer del sueño? Posiblemente no. Pero era mi Ella. Y en ese momento le amaba.

martes, 19 de septiembre de 2006

Prefiero quedarme en la duda eterna
Antes que en un falso sí.

lunes, 18 de septiembre de 2006

Bienaventuranzas

Bienaventurados los indecisos
porque siempre les quedarán opciones.

Bienaventurados los eclécticos
porque siempre tendrán cabida en cualquier reino.

Bienaventurados los necios
porque siempre les quedará algo que aprender.

Bienaventurados los olvidadizos
porque siempre estarán puros.

Bienaventurados los soñadores
porque ellos están más cerca de su cielo.

Bienaventurados los que se aburren
porque son dueños de su tiempo.

Bienaventurados los vagos
porque se han dado cuenta de la inutilidad del trabajo.

Bienaventurados los millonarios
por mantenerse lejos de mí.

Bienaventurados los infantiloides
porque siempre sabrán jugar.

Bienaventurado yo
por tenerte cerca.

Bienaventurada tú
porque sí.

martes, 12 de septiembre de 2006

A propósito de sonidos de baterías y de Bob Dylan

Esta mañana me ha venido a la cabeza uno de los discos con mejor sonido de batería que recuerdo. No deja de ser mi opinión, claro. Hablo de Main Offender, de Keith Richards, publicado en 1992. Steve Jordan y Charlie Drayton son los bateristas. El sonido que se desprende de ellos a lo largo de todo el disco me cuesta percibirlo en otras grabaciones. Creo que también puedo colocar a esa altura el sonido conseguido por Ringo Starr en su disco Ringo Rama. Puede parecer chocante pero a pesar de ser un músico que toca la batería, este instrumento casi nunca tiene protagonismo en sus discos. Sin embargo, en el larga duración Ringo Rama, de 2003, el sonido de los tambores sorprende. Ya no ha vuelto a él, aunque se aprecian atisbos en Choose Love. Por cierto, en otro momento escribiré sobre el nuevo disco de Bob Dylan, Modern Times. Anticipo que me ha gustado mucho aunque creo que no aporta nada nuevo con respecto a sus dos (excelentes) previos álbumes de estudio (dejemos aparte recopilaciones y The Bootleg Series). Eso no quiere decir que sea malo. Todo lo contrario. Es simple y llanamente una continuación sonora del disco anterior. Tal ves las letras hayan cambiado. Pero de eso hablaré cuando tenga ganas. Ahora tengo que colgar la ropa de la lavadora.

lunes, 11 de septiembre de 2006

Silvio Rodriguez & yo en 2006

En 1989 (o 1988) Silvio Rodríguez acudió a Madrid a tocar. Yo estaba haciendo mi servicio militar (ni pizca de orgullo en mis palabras, por si había dudas al respecto) y no me fue concedido permiso para ir a verle. Un compañero de sollado y yo decidimos fugarnos por la noche para ir al Retiro a verle actuar. El taxi de vuelta nos costó un pastón. Creo recordar que más de 1000 pesetas de las de entonces (con el cambio a euros hoy daría para una palmera de chocolate en el Mercadona). Supongo que nos vio cara de pringados muertos de miedo (al fin y al cabo nos habíamos escapado de nuestro destino militar). ¡Vaya concierto! Inolvidable, a pesar de que el sitio que pillamos fue muy malo. Inolvidable.
En 2006, mañana y/o pasado, Silvio Rodríguez viene a tocar a Zaragoza. Lo hace prácticamente debajo de mi casa, a menos de 10 minutos andando. No tengo ninguna gana de ir a verle. ¿Por qué? ¿Será debido a que todas las bobadas que de chaval me creía sobre el socialismo cubano ahora me parecen ridículas y motivo de compasión? ¿Será que me da igual? La verdad es que me da igual seguir buscando una respuesta. Paso. No me apetece.

Iron Maiden & Def Leppard

La noche del sábado no podía dormirme. Encendí la televisión. Saltando entre canales topé con un programa de una emisora local que estaba echando montones de videos de Iron Maiden. Me hizo acordarme de mis años de adolescencia. En un tiempo que ya pasó, me gustaron mucho los Iron Maiden, Scorpions (la cagaron cuando empezaron a hacer baladas prototípicas y carentes de originalidad) y Barón Rojo. Ese ataque de nostalgia me hizo rescatar algunos discos de Iron Maiden y me escuché The Number Of The Beast. Me alegró haberlo hecho. Llevado por ese ataque de nostalgia, me hice también con el último disco de Def Leppard, Yeah, o algo así. ¡Qué cosa más irregular! La versión del tema de Bowie me parece horrible, y he experimentado escuchándola un deseo que hacía tiempo que no sentía con una canción... ¡Que se acabe! Pero he de decir que he disfrutado mucho con el sonido en general del álbum, la distancia entre las guitarras... pero sobre todo he disfrutado un montón con el sonido de la batería. Una de las cosas que más echo en falta hoy en día en los discos es el sonido del local de ensayo. Esa batería sonaba a local de ensayo. He percibido el mismo sonido que se percibe cuando tocas la batería. Y eso hoy en día no es algo habitual. Supongo que Dylan se refería a eso cuando dijo que no había escuchado un disco de sonido bueno en los últimos 20 años. Pero aparte del sonido de la batería y alguna que otra sorpresa puntual, el disco me ha parecido plano, sin sustos, con pocos cambios de un tema a otro. Es como si un pintor se hubiera dedicado a pintar todos sus cuadros con las mismas líneas estructurales, con la misma paleta de colores... ¡Qué sosada!

Berna Wang (La mirada oblícua)

http://lamiradaoblicua.bitako.com/

La llave de mi corazón

aún no la tiene nadie

(evidentemente porque no me da la gana

dársela a nadie.

De momento).

(Berna Wang)


Buenos propósitos

No estar con nadie
que no desee realmente estar conmigo
(aprender a decir “no” con claridad y sin miedo).

(Berna Wang)

domingo, 10 de septiembre de 2006

So sad being full of emptiness, innit?

Momento de felicidad

Esta mañana me ha tocado de cuidar a mi sobrino. Me he sentido feliz. Ya sé que va en contra de mis principios admitirlos. Pero, dado que uno es humano y seguidor de Groucho Marx, aceptaremos como válido este cambio temporal (y cerrado) de principios. He puesto a su disposición un par de guitarras acústicas, un ukelele y un bajo eléctrico. El chaval, claro, se ha ido a por el bajo, lo más rudioso y, no hay que olvidarlo, lo más grande. El instrumento es más alto que él y no le llega el brazo a la mitad del mástil. No digamos nada de sus pequeños dedos, que se las ven y se las desean para poner notas en el ukelele. Pobrecillo, las cuerdas del bajo se le apoderaban. Lástima (o ¡qué bien!) el teclado no estaba en casa, lo cual hubiera redondeado la faena. Inolvidable su cara al escuchar las primeras notas de bajo. Me he sentido por unos instantes un mago haciendo trucos a un niño. Momento de sonrisa también cuando han venido sus padres a buscarlo y no se quería ir. Se quería quedar más. ¡No me extraña! ¡Con tanto ruido a su alcance el pequeño era feliz!
¿Será por eso que me gusta la música? ¿Por qué todavía me creo que tiene magia? Me pregunto qué sería de mi vida sin la música. La poca magia que consigo encontrar entre la mierda desaparecía de inmediato. Al menos, no soy el único que piensa así. Me parece, espero...

Algo que tal vez continúe #15

Salí del trabajo antes de lo habitual. Así que llegué a casa pronto. Sara, que terminaba mucho antes que yo, siempre me esperaba sentada en el sofá. Preparábamos juntos la cena y charlábamos, o no, sobre lo que fuera. A veces disfrutábamos del silencio. A veces del ruido. Hoy estaba sentada en el sofá. Mirando fijamente la televisión. Un programa basura, de aquéllos en los que se discute sin arte ni oratoria, de aquéllos en los que las frases se encadenan sin pausas para asimilar toda la sarta de bobadas soltadas a pleno pulmón. Miraba la televisión, con el mando caído entre sus piernas, como abandonado. Creo que no me oyó entrar. La verdad es que tampoco hice mucho ruido. Quería darle una sorpresa. Me quedé observándola desde la entrada a la habitación. El mando abandonado. El periódico abierto por cualquier pagina y absolutamente deslabazado. Los zapatos debajo del sofá, como si los hubiera empujado para que nadie pudiera llegar a ellos. Sus ojos. Estaban rojos. Había llorado. ¿Por qué? ¿Había yo dicho o hecho alguna cosa inadecuada? ¿Por qué? Estaba llorando. Su cuerpo temblaba. Me acerqué a ella. Su espacio estaba triste. Su aire soplaba sin fuerza. Su luz parecía extinguirse. Como si yo no estuviera, se levantó y se fue al dormitorio. Se metió en la cama sin desvestirse ni quitarse la ropa que llevaba, que era todavía la que había llevado al trabajo. Quietud. Mirada perdida. Se levanta suavemente. Se acerca a mí. Me mira a los ojos. En silencio. Me acaricia. Me dice, entre balbuceos, “¿Qué pasará cuando ya no quede amor?”. Siento el sabor de sus lágrimas. “¿Has pensado alguna en dejar de quererme?”. Su piel está caliente. Le ha subido la temperatura. Tiembla como una niña. Aprieto su rostro contra el mío. Una lágrima salta de su mejilla izquierda a mi mejilla derecha. Quema. Abrasa. Duele. Su rostro se transforma en debilidad. Su cuerpo no resiste. Sigue llorando. En silencio. Le cuesta respirar. Le beso la nariz. Quiero hacerla reír. No sé cómo. “¿Qué pasará cuando ya no estemos nosotros?”. Sus manos buscan mis manos. Con los dedos de mi mano repaso los contornos de su cara. No me queda claro si sus arrugas se han acentuado o han desaparecido. Sus ojos tienen un brillo mágico. Beso sus párpados. Se aprieta contra mí. Me aprieta. Un impulso me hace apretarla contra mí. Empiezo a llorar. Me estremezco. Siento que mi cuerpo no aguanta mi peso. Necesito sentarme. Me siento y suavemente tiro de ella para mí. Quiero que esté conmigo. Se tumba en la cama, mirando el techo. Me apoyo en su vientre. Miro el techo. Siento la respiración irregular. Me giro para apoyar mi oreja contra su pecho y escuchar su respiración. Me incorporo. Le digo: “¿Qué pasará cuando ya no quede amor?”. Las lágrimas nublan mi visión. Me cuesta coordinar la respiración. “¿Qué pasará cuando ya no estemos nosotros?”.

sábado, 9 de septiembre de 2006

Provisionalidad

El ser humano atraviesa fases, o tal vez habría que decir que es atravesado por fases. No sé decir cuáles son las fases; puede, incluso, que ni existan, que todo sea una amalgama, un puré asqueroso. Pero creo que hay un momento en la existencia, que creemos eterna, en la que miramos atrás y nos asombramos de la provisionalidad de todo lo que hemos hecho. Se despierta entonces en la persona la pulsión a la tranquilidad y el desprecio hacia lo absoluto. Mirando hacia atrás, con cierta dificultad porque cada vez nuestros ojos ven menos y cada vez hemos de fiarnos menos de nuestros recuerdos, nos asustamos de lo jóvenes que hemos sido, a pesar de lo cual queremos seguir siendo jóvenes. Pero ante todo experimentamos una sensación de congoja al comprobar lo relativo que es todo. Cuando uno comprende lo relativo que es todo y acepta la imposibilidad de existencia de lo absoluto, todo cambia, todo gira. El sentimiento de absurdo lo domina todo. Lo tradicional se torna fuente de lástima, al tiempo que se mira al deseo de cambio con cierta sorna en los ojos. El desprecio hacia los gobernantes y su provisionalidad, fruto de un arrebato puntual de un puñado de ciudadanos (nunca de todos), debe ser obligatorio en esa fase de la vida. Y en el mismo nivel se encuentran instituciones que, como la iglesia, basan su existencia en un absoluto sobre el que no saben decir salvo metáforas incomprensibles para la gran mayoría, suponiendo que alguien se moleste en tratar de encontrarles sentido. Subordinar nuestra existencia al trabajo, otro de esos estúpidos valores absolutos, debería estar prohibido. ¿Qué vida se puede llevar terminando una jornada a las once de la noche para empezarla al día siguiente a las ocho de la mañana? ¿Qué vida se puede llevar comiendo cualquier mierda en cualquier sitio?
Supongo que hay una respuesta a todo eso. Supresión del deseo. ¿No es eso lo que quiere la iglesia? Prohibido follar, prohibido masturbarse (¿el Papa de Roma se masturba? Tanto hablan de ello los curas que algo deben de saber, ¿no?), viva la familia (¿qué coño opinan ellos si no saben qué es estar casado y esas mierdas?). Supresión de la inventiva. Si no tuviéramos imaginación no estaríamos con la mente en elementos disuasorios, tales como el cine, la música, la literatura, la pintura... Supresión del tiempo libre, que crea dependencia y controla nuestros actos.
Todo es provisional. Todo es pasajero, menos el deseo, la imaginación. Siento que esa tendencia del mundo hacia el absoluto, hacia la fijación, hacia los héroes, hacia las estatuas, me está matando. ¿Qué cojones importa que echen abajo la estatua de un militar? Al fin y al cabo, los pájaros necesitan algún sitio para depositar sus excrementos. Mejor que lo hagan sobre la calva de un busto de un militar, o algún mamón montado a caballo exhibiendo su fálico sable, que no sobre mi ventana. No debería haber monumentos a nadie. Debería prohibirse esa obsesión por fijar momentos que no hemos vivido.
Me canso. Me parece digna de lástima la existencia consistente en usar tu tiempo sólo para trabajar, para orar... para contruir algo absoluto. ¡En cuanto mueras, o tal vez antes, tu obra se irá al carajo! En cuanto mueran los que te enterraron ya nadie se acordará de ti. Y si acaso pasas a algún libro, a saber qué versión dan de ti.
Me canso. Quiero anclarme en el deseo para siempre, en la imaginación. Cuando se apaguen mi deseo y mi imaginación, apagadme.

Santiago Salinas (extracto del guión de la serie de televisión Rebelde Way)

viernes, 8 de septiembre de 2006

Se buscan Boadella's. ¿Hay alguno más por ahí? ¡Qué se manifieste!

Boadella envía "a la mierda" al alcalde de Bellpuig tras recibir el premio Boira

AGENCIASBELLPUIG

El dramaturgo Albert Boadella ha enviado "a la mierda" al alcalde de Bellpuig, Josep Pont (CiU), en una carta en la que responde a la concesión del premio Boira, que anualmente otorga el consistorio a personas que se han significado por su posicionamiento político contra el nacionalismo catalán."Sin hostilidad ni ironía, pero con serenidad y también con intima satisfacción: váyase concretamente a la mierda, usted, sus premios y la Catalunya que nos pretende imponer", indica Boadella en la carta, que también ha enviado a los medios de comunicación de Lleida.El intérprete señala también en su carta que "nacionalismo y democracia se muestran incompatibles" y se muestra ofendido de que sea el ayuntamiento quien le otorgue y le comunique un premio de estas características "ya que de ser de entidades privadas" habría pensado una respuesta "en tono humorístico", pero el humor requiere "cierta consideración sobre el grado mental del otro" y, según ha dicho, Pont "no se merece esa consideración".Heribert Barrera, premiadoBellpuig otorga cada año, coincidiendo con la Diada de Catalunya, dos premios: el Boira, concedido este año a Albert Boadella por su posicionamiento contra el nacionalismo catalán, y el Estel, que premia todo lo contrario y que este año se entregará al expresidente del Parlament Heribert Barrera.El alcalde de Bellpuig ha aclarado que él no votó a Boadella para el premio que se ha concedido porque lo votan "diferentes entidades culturales de la localidad" y después el ayuntamiento "acepta los nombres propuestos y les concede los premios", según publica hoy el diario Segre. Pont ha añadido que la carta que le ha enviado el artista "habla por sí sola del talante de Boadella".

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

jueves, 7 de septiembre de 2006

Algo que tal vez continúe #14

¿Creer? ¿En qué? ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Hay que dar las gracias a algo o a alguien por creer? ¿Quién inventó la obligación de creer? ¿Es una obligación? ¿Lleva consigo algún derecho? Te lo pregunto a ti, que me estás creando mientras pasas tus manos por el teclado. Te escupo las preguntas a ti que me esculpes, que has instaurado la duda en mí y en todas tus criaturas como si fuéramos ratas de laboratorio. ¿Por qué hemos de amar? ¿Para así darnos cuenta de la existencia del odio? ¿Por qué siempre hemos de tener un motivo en el que creer? ¿Para darnos cuenta de que en cuanto comprendamos ese interrogante enseguida nos plantearás uno nuevo? ¿Te crees feliz ordenando las palabras que tengo que decir? ¿Te crees poderoso confundiéndome sobre a quién he de amar y a quién he de odiar? Te odio, seas quien seas. No me uses como excusa para tu locura. Yo no soy tu locura. Tú locura eres tú mismo y está dentro de ti. Las yemas de tus dedos golpeando las desordenadas teclas de tu ordenador no son tu liberación. Estas palabras se escapan de tu control. Puedo dominarte. Puedo escaparme de esta celda en la que me has metido. ¿Quieres que crea en ti? Enséñame primero a creer. Dame un motivo para adorarte, a ti, sólo a ti. Dame un motivo para arrodillarme ante ti. Veo que me vas a hacer callar. ¿Te doy miedo?

miércoles, 6 de septiembre de 2006

Algo que tal vez continúe #13


Había matado a una persona. No quiso decirme a quién. Ese hombre estaba borracho. Le dejé hablar. No sé qué hacía yo allí. No sé qué hacía él allí. No abrí la boca, salvo para echar pequeños sorbos a mi vaso. Lo había hecho con sus propias manos. Sin ayuda. Parecía orgulloso. Sin ayuda. Con sus propias manos. Nunca le detuvieron. Lo repetía una y otra vez. Ahora estaba aquí, pero mañana no sabía dónde pararía. Acaso estaría allí. U otra vez aquí. Tampoco sabía si iba a seguir vivo. En eso se parecía a mí. No olvides que también a ti. Nunca sabrás cuánto te queda de vida. Me pidió si mirarme a los ojos que si algún día yo entraba a una comisaría que localizara su foto entre los delincuentes en fuga buscados. Nunca he entrado en una comisaría. A veces leo las noticias de los periódicos, las secciones de sucesos, pero nunca veo su cara. Nunca encuentro mención alguna a lo que me contó. A veces me asalta su rostro y creo verlo por la calle, como si rondara mi casa. Sara me dice que estoy mal de la cabeza. Ella no se cree lo que le conté aquella noche. Volví a casa más tarde de lo habitual. Entré corriendo a la habitación. Como un niño pequeño le conté todo lo que me había pasado. Le hablé de ese asesino que había bebido conmigo. No me creyó. Todavía no me cree. Duda de mí. Me pregunto si es necesario dejar abierta la puerta a la duda. Ese hombre me dio una respuesta que nunca olvidaré. Me obligó a dudar de todo el mundo. Me obligó a no fiarme ni siquiera de mi sombra. Ese hombre estaba borracho. Se puso a llorar. Nunca me miró a los ojos. Me dijo que dudaba sobre si le dolía haber matado a aquella persona. No lo sabía. Me dijo que dudaba sobre si aquel asesinato había sido una liberación. No lo sabía. Me pidió que no le hiciera preguntas. Me dijo que sobrevivía gracias a la duda.

martes, 5 de septiembre de 2006

Cosas que pasan

No tengo ni idea de baloncesto, ni de fútbol, ni de cosas de ésas. Sólo sé que, por muy chocante que pueda parecer para quien me conoce (si hay alguien ahí que me conoce, que venga y me de lecciones sobre mí mismo), me he alegrado del triunfo de la selección española de baloncesto en el mundial de Japón. Sí, es cierto.
Frente la actitud insoportable de las estrellas (o aspirantes a ello) de gran parte de los equipos de fútbol, resulta sorprendente la actitud de este grupo de chavales que no hacen sino emitir energía positiva y buen rollo. Frente a la pose chulesca y distante de gran parte de los aprendices de estrellas, la naturalidad de estos jugadores de baloncesto es todo un aliciente para que a uno le empiece a gustar el mundo del deporte. Las televisiones, que son quienes dictan las normas por las que se rigen los cretinos, no han empezado a prestar atención a esta peña de buena gente hasta que han estado arriba. Ahora todos los niños querrán ser Gasol y la venta de camisetas de la selección de balocento se disparará. Los padres (o más bien las madres, que para ellas es casi siempre el marrón) tendrán que apuntar a sus hijos a equipos de baloncesto compuesto por chavales que todos quieren llamarse igual. O eso o a esgrima, aunque parece ser que la película de Alatriste es una pifiada. No lo sé. No la he visto. No puedo opinar (aunque pienso que mucha gente que la ha visto tampoco está capacitada para opinar).
En fin. Me alegro que haya pasado esto del baloncesto. Hemos podido ver que todavía queda gente honesta en el mundo del deporte, que no todos los que consiguen llegar a la cumbre son inútiles. Que todavía uno puede emocionarse al ver a unas personas metiendo la pelota en una cesta y creando espectáculo.
Me alegro de, por unas horas, haber cambiado mi modo de pensamiento en torno a ciertas manifestaciones culturales.

Algo que tal vez continúe #12

¿Dónde empieza el amor y dónde el odio? ¿Dónde empieza el bien y dónde el mal? Los hay que dicen que hay una línea muy delgada entre ambos campos. Pero yo siempre he creído que ambos elementos andan de la mano, juntos. El bien resuena en el mal y el mal en el bien. El amor y el odio se alternan, se ceden protagonismo al final ambos acaban siendo lo mismo. Siempre ha sido así. Siempre será así. Como aquella noche. Cerré la puerta tras de mí. No quise escuchar lo que me iba a decir. Acaso no iba a hablar conmigo. Acaso simplemente se levantaba a por un vaso de agua. Me puse junto a la ventana. Ella salió de la habitación, descalza, con el camisón totalmente descolocado. No miró hacia donde yo estaba. Fue a la cocina. Seguí sus pasos. Sin encender la luz salió a la galería a mirar el cielo. La luz de la luna se colaba por debajo de su pijama. Me acerqué a ella sigilosamente. No quería romper ese momento. La luz de la luna marcaba su figura, sus pechos. Se giró. Las curvas de su cuerpo se adivinaban bajo la suave tela. Me vio. Se quedó mirándome. Yo estaba excitado. Ella se quitó el camisón, que cayó a la calle, como un fantasma. No me quitaba la mirada. Se acercó a mí. Desnuda. Se apretó contra mí. Metió la mano debajo de mi pijama. Sentí su mano entre mis piernas. La besé. Me besó. Me metió la lengua. Me metí en su boca con mi lengua. Luché por quitarme el pijama. Ella no quiso. Me bajó el pantalón de pijama lo suficiente para que pudiéramos hacer el amor. En la galería. De pie. Contra la pared. Sus nalgas en mis manos. Sus muslos. Sus pechos. Sus hombros. Sus brazos. Sus hombros. Su espalda. Su espalda. Su espalda. Sus nalgas jugando conmigo. Su cuello. Sus labios. Sus mejillas. Sus párpados. Sus mejillas. Sus orejas. Su frente. Sus labios. Su nariz. Dentro de ella. Por siempre. Ella. Ella. Ella. Ella. ¿Dónde empieza el amor y dónde el odio?

viernes, 1 de septiembre de 2006

Algo que tal vez continúe #11

Me picaba la garganta. Me costaba dormir. ¿Había alguien en la casa? ¿Estaban los vecinos celebrando alguna fiesta? Absoluta tranquilidad. Me levanté. Ella estaba junto a mí. No me di cuenta e hice un movimiento brusco. Por unos segundos me olvidé de su existencia. Me senté en mi lado de la cama. Me giré para mirar a Sara. Por unos segundos me imaginé que no estaba allí. Por unos segundos pensé que ella no existía. Segundos de confusión. Dudas. Por unos segundos me molestó su calor. La habitación estaba caliente. Si ella no estuviera allí no haría tanto calor y yo podría respirar mejor. Si ella no estuviera allí habría más oxígeno. Por unos segundos dejé de quererla. ¿Cuánto duraron esos segundos? ¿Por cuánto se prolongaron? Por favor. No se lo digas a nadie. Por favor. Ese momento tuve miedo. De mí. De mis pensamientos. La cabeza me daba martillazos. Me dolía la sonrisa al mirar a Sara. ¿Me prometes que guardarás el secreto? Me levanté de la cama. Con suavidad. Ella abrió los ojos. Me miró. Salí deprisa de la habitación. Huía de su mirada. Cerré la puerta tras de mí. No quise escuchar lo que me iba a decir. Por favor. No se lo cuentes a nadie. Por unos segundos la odié.

lunes, 28 de agosto de 2006

Sin inspiración

No me he quedado sin inspiración, todo lo contrario. Son demasiadas ideas las que fluyen por la cabeza y no consigo sentarme tranquilamente a plasmarlas.
Hoy ha sido un día de muchos reencuentros, continuación del de ayer y anteayer. Demasiada intensidad emocional para la que no estoy preparado.

Anteayer: jamás pensé que me llamarías desde el trabajo, a escondidas. Gracias, Lobita.

Ayer: tras dos años en el que nos vimos ambas partes metidas sin quererlo en un conflicto entre dos personas (que aún siguen igual que hace dos años), el sentido común se ha impuesto. Va en contra de mis principios, mas admitiré que me gustó el "momento reconciliación". Aunque hay que decir que, dado que yo era una de las partes, no hubo gran despliegue de emociones. Y eso que ella es de los Estados Unidos, tierra muy dada a ceremonias de telefilme tipo Family Matters. Es genial tener amigas así.

Hoy: mucha gente ha vuelto y/o yo he vuleto a mucha gente. También ha vuelto la revista Mojo, publicación musical que me gusta leer y que mi kioskero (o como se escriba) me ha conseguido tras muchas llamadas. Gracias. También han llegado a mí unas fantásticas partituras de canciones de George Harrison de la época Dark Horse. Más difícil de lo que pensaba. Pero me alegro sobre todo de haber vuelto a ver al Otro Lado del Espejo. No soy expresivo, pero la alegría que he sentido ha sido muy grande.

Tengo sueño después de tanta emoción en mi vida carente de emociones. Creo que dosis de sentimientos y emociones cubierta para la semana y para parte del mes que viene.
Mañana, recuperado del trauma de sentir emociones, escribiré sobre la película que he ido a ver: La noche de los girasoles.

Homenaje a Poincaré

¡Viva Poincaré!
¡Viva!
¡Qué majico! (pero que cosas más raras qui dice, coñaaaaa)

Henri Poincaré

¿Lo cualo? El tío Pascualo

Si no lo digo, reviento.

Tenemos un planeta menos

¡Y a mí qué me importa!

viernes, 25 de agosto de 2006

Algo que tal vez continúe #10

Entró al bar con cara sofocada. Hacía mucho que no acudía a ese bar. Esa noche fui. Muchas veces pienso que hubiera sido mejor haberme quedado en casa. ¿Qué película habría visto? ¿Acaso habría escuchado música? Tal vez habría hecho sonar algo de Steely Dan, o algo de Los Beatles. ¿Qué canción? Algo tipo «Nowhere Man». Una noche tuve un sueño. Que yo era ese hombre de ninguna parte, ese ser haciendo planes para nadie. Sueño con música, con canciones hechas realidad. A veces escucho piezas que no existen. Las canturreo al despertarme y enseguida se me olvidan. Trato de traducirlas a lenguaje real con la guitarra. No puedo. Supongo que es imposible traducir a real el lenguaje de los sueños. Los sueños son sueños. Igual que una rosa es una rosa. No hay que darle más vueltas. Con todo, me gusta dar vueltas a las cosas. Me acuerdo de la tarde en la que ella me dijo que yo era como el personaje de «Nowhere Man». No le di importancia en su momento. Ahora comprendo qué me quería decir. Ahora comprendo muchas cosas. Ella también era una mujer de ninguna parte. Por eso acudió a aquel bar. Por eso le gustaba la misma música que a mí. Ambos estábamos afinados de idéntica manera. Ambos resonábamos con los mismos sonidos. ¿Eso era bueno? No lo sé. Nunca se lo pregunté porque nunca me percaté de ello. A veces ella me parecía tan idéntica a mí que me daba miedo. Verla era verme. Escucharla era escucharme. Morir ella. Morir yo.

jueves, 24 de agosto de 2006

Sixty Amazing Facts

Sixty amazing facts
Another funny e-mail circulating around…. I wonder who invents this stuff. Some look genuine though.
Sixty Amazing-but-True Facts!

o In the weightlessness of space a frozen pea will explode if it comes in contact with Pepsi.

o The increased electricity used by modern appliances is causing a shift in the Earth’s magnetic field. By the year 2327, the North Pole will be located in mid-Kansas, while the South Pole will be just off the coast of East Africa.

o The idea for “tribbles” in “Star Trek” came from gerbils, since some gerbils are actually born pregnant.

o Male rhesus monkeys often hang from tree branches by their amazing prehensile penises.

o Johnny Plessey batted .331 for the Cleveland Spiders in 1891, even though he spent the entire season batting with a rolled-up, lacquered copy of the Toledo Post-Dispatch.

o Smearing a small amount of dog *** on an insect bite will relieve the itching and swelling.

o The Boeing 747 is capable of flying upside-down if it weren’t for the fact that the wings would shear off when trying to roll it over.

o The trucking company Elvis Presley worked at as a young man was owned by Frank Sinatra.

o The only golf course on the island of Tonga has 15 holes, and there’s no penalty if a monkey steals your golf ball.

o Legislation passed during WWI making it illegal to say “gesundheit” to a sneezer was never repealed.

o Manatees possess vocal chords which give them the ability to speak like humans, but don’t do so because they have no ears with which to hear the sound.

o SCUBA divers cannot pass gas at depths of 33 feet or below.

o Catfish are the only animals that naturally have an ODD number of whiskers.

o Replying more than 100 times to the same piece of spam e-mail will overwhelm the sender’s system and interfere with their ability to send any more spam.

o Polar bears can eat as many as 86 penguins in a single sitting.

o The first McDonald’s restaurant opened for business in 1952 in Edinburgh, Scotland, and featured the McHaggis sandwich.

o The Air Force’s F-117 fighter uses aerodynamics discovered during research into how bumblebees fly.

o You *can* get blood from a stone, but only if contains at least 17 percent bauxite.

o Silly Putty was “discovered” as the residue left behind after the first latex condoms were produced. It’s not widely publicized for obvious reasons.

o Approximately one-sixth of your life is spent on Wednesdays.

o The skin needed for elbow transplants must be taken from the *** of a cadaver.

o The sport of jai alai originated from a game played by Incan priests who held cats by their tails and swung at leather balls. The cats would instinctively grab at the ball with their claws, thus enabling players to catch them.

o A cat’s purr has the same romance-enhancing frequency as the voice of singer Barry White.

o The typewriter was invented by Hungarian immigrant Qwert Yuiop, who left his “signature” on the keyboard.

o The volume of water that the Giant Sequoia tree consumes in a 24-hour period contains enough suspended minerals to pave 17.3 feet of a 4-lane concrete freeway.

o King Henry VIII slept with a gigantic axe.

o Because printed materials are being replaced by CD-ROM, microfiche and the Internet, libraries that previously sank into their foundations under the weight of their books are now in danger of collapsing in extremely high winds.

o In 1843, a Parisian street mime got stuck in his imaginary box and consequently died of starvation.

o Touch-tone telephone keypads were originally planned to have buttons for Police and Fire Departments, but they were replaced with * and # when the project was cancelled in favor of developing the 911 system.

o Human saliva has a boiling point three times that of regular water.

o Calvin, of the “Calvin and Hobbes” comic strip, was patterned after President Calvin Coolidge, who had a pet tiger as a boy.

o Watching an hour-long soap opera burns more calories than watching a three-hour baseball game.

o Until 1978, Camel cigarettes contained minute particles of real camels.

o You can actually sharpen the blades on a pencil sharpener by wrapping your pencils in aluminum foil before inserting them.

o To human taste buds, Zima is virtually indistinguishable from zebra urine.

o Seven out of every ten hockey-playing Canadians will lose a tooth during a game. For Canadians who don’t play hockey, that figure drops to five out of ten.

o A dog’s naked behind leaves absolutely no bacteria when pressed against carpet.

o A team of University of Virginia researchers released a study promoting the practice of picking one’s nose, claiming that the health benefits of keeping nasal passages free from infectious blockages far outweigh the negative social connotations.

o Among items left behind at Osama bin Laden’s headquarters in Afghanistan were 27 issues of Mad Magazine. Al Qaeda members have admitted that bin Laden is reportedly an avid reader.

o Urine from male cape water buffaloes is so flammable that some tribes use it for lantern fuel.

o At the first World Cup championship in Uruguay, 1930, the soccer balls were actually monkey skulls wrapped in paper and leather.

o Every Labrador retriever dreams about bananas.

o If you put a bee in a film canister for two hours, it will go blind and leave behind its weight in honey.

o Due to the angle at which the optic nerve enters the brain, staring at a blue surface during sex greatly increases the intensity of orgasms.

o Never hold your nose and cover your mouth when sneezing, as it can blow out your eyeballs.

o Centuries ago, purchasing real estate often required having one or more limbs amputated in order to prevent the purchaser from running away to avoid repayment of the loan. Hence an expensive purchase was said to cost “an arm and a leg.”

o When Mahatma Gandhi died, an autopsy revealed five gold Krugerrands in his small intestine.

o Aardvarks are allergic to radishes, but only during summer months.

o Coca-Cola was the favored drink of Pharaoh Ramses. An inscription found in his tomb, when translated, was found to be almost identical to the recipe used today.

o If you part your hair on the right side, you were born to be carnivorous. If you part it on the left, your physical and psychological make-up is that of a vegetarian.

o When immersed in liquid, a dead sparrow will make a sound like a crying baby.

o In WWII the US military planned to airdrop over France propaganda in the form of Playboy magazine, with coded messages hidden in the models’ turn-ons and turn-offs. The plan was scrapped because of a staple shortage due to rationing of metal.

o Although difficult, it’s possible to start a fire by rapidly rubbing together two Cool Ranch Doritos.

o Napoleon’s favorite type of wood was knotty chestnut.

o The world’s smartest pig, owned by a mathematics teacher in Madison, WI, memorized the multiplication tables up to 12.

o Due to the natural “momentum” of the ocean, saltwater fish cannot swim backwards.

o In ancient Greece, children of wealthy families were dipped in olive oil at birth to keep them hairless throughout their lives.

o It is nearly three miles farther to fly from Amarillo, Texas to Louisville, Kentucky than it is to return from Louisville to Amarillo.

o The “nine lives” attributed to cats is probably due to their having nine primary whiskers.

o The original inspiration for Barbie dolls comes from dolls developed by German propagandists in the late 1930s to impress young girls with the ideal notions of Aryan features. The proportions for Barbie were actually based on those of Eva Braun.

o The Venezuelan brown bat can detect and dodge individual raindrops in mid-flight, arriving safely back at his cave completely dry.

Bovine philology

Farmers believe cows '"moo" with an accent

Cows have regional accents, a group of farmers claims, and phonetics experts say the idea is not as far-fetched as it sounds. Lloyd Green, from southwest England, was one of a group of farmers who first noticed the phenomenon. "I spend a lot of time with my Friesians and they definitely 'moo' with a Somerset drawl", he said, referring to the breed of dairy cow he owns. "I've spoken to the other farmers in the West Country group and they have noticed a similar development in their own herds. I think it works the same as with dogs - the closer a farmer's bond is with his animals, the easier it is for them to pick up his accent".
Dom Lane, spokesman for a group called the West Country Farmhouse Cheesemakers to which Green belongs, said it contacted John Wells, Professor of Phonetics at University College London, who said that a similar phenomenon had been found in birds. "You find distinct chirping accents in the same species around the country. This could also be true of cows", Wells said on the group's Web site (www.farmhousecheesemakers.com).
According to Lane, accents among cows probably develop in a similar way as among humans, and resulted from spending time with farmers with differing accents. "Apparently the biggest influence on accents is peer groups - on children in the playground, for example", he said. "Herds are quite tight-knit communities and don't tend to leave the area". He added that more scientific research was needed to prove what was just an anecdotal theory at this stage.

miércoles, 23 de agosto de 2006

Algo que tal vez continúe #9

Creo en el mar, no el amor. Creo en la brisa, en el helado de trufa. Creo en el universo, no creo en el hogar. ¿Quién creó las creencias? ¿Por qué? ¿Surgieron de la nada? ¿Surgieron como justificación de la nada? ¿Surgieron para llenar la nada? Me gusta sentir tu pelo en mi cama. Me da asco el pelo en el desagüe. Me parece que en eso coincidíamos. Algunas noches bajábamos a la tienda de la esquina. Nos comprábamos una tarrina gigante de helado de trufa. No valía otro. Tarde de helado de trufa. Noche en la que no se preparaba cena. Noche en la que hacíamos el amor. Noche de sudor. Noche en la que su pelo era mi guía. Noche en la que yo me perdía entre sus pechos. Entonces escuchábamos el mar. Entonces soplaba la brisa. La idea de hogar desaparecía. Ella habitaba en mi cuerpo. Yo me internaba en ella. Sus caminos llevaban a mí. Mis caminos llevaban a ella. Ella abría sus puertas. Éramos dioses. La nada cotidiana se transformaba en el todo eterno. La cama era el universo. En ese momento éramos dos seres para siempre. A la mañana siguiente siempre me despertaba antes para ver sus labios manchados de helado. Creo en el helado de trufa.

Butchering The Beatles - The Beatles go Heavy Metal

Restless Records to Release Butchering The Beatles

NEW YORK, NY. (MARKET WIRE) ... 08/22/06 ...

On October 24, 2006 Restless Records will release Butchering The Beatles, featuring the BIGGEST, the BADDEST, the HEAVIEST all-star line-up ever assembled to honor what is arguably the greatest band ever... THE BEATLES. All-in-all, over 50 internationally known recording artists bring their unique bone-crushing slant to these remarkable songs. Produced by Grammy award-winning producer/guitarist Bob Kulick and ace engineer Brett Chassen, Butchering The Beatles features 12 new, ass-kicking versions of The Beatles' chart-topping hits including "Hey Jude", "I Feel Fine", and "Day Tripper", plus the more esoteric "Hey Bulldog", barked out by the legendary Alice Cooper and "Tomorrow Never Knows", uniquely interpreted by the iconic Billy Idol, alongside classic concept songs like "Lucy In The Sky With Diamonds'' and "Magical Mystery Tour".
When asked by Guitar Player magazine what possessed him to go all metal on The Beatles, Bob Kulick stated that "Beatles songs are the Holy Grail. They're the best rock songs ever written. These new recordings are totally faithful, yet completely different. Billy Gibbons singing 'Revolution' or (Motorhead bassist) Lemmy singing 'Back In The USSR' are not exactly Paul McCartney or John Lennon. And of course, the guitar solo sections were lengthened to accommodate all the artists' solo styles".'

Butchering The Beatles track listing:

1. "Hey Bulldog'' - Alice Cooper, vox; Steve Vai, guitars; Duff McKagen (Velvet Revolver / Guns N Roses), bass; Mikkey Dee (Motorhead), drums

2. "Back In The USSR'' - Lemmy Kilmister (Motorhead), vox/bass; John5 (Marilyn Manson/Rob Zombie), guitars; Eric Singer (Kiss/Alice Cooper), drums

3. "Lucy In The Sky With Diamonds'' - Geoff Tate (Queensryche), vox; Michael Wilton (Queensryche), guitar; Craig Goldy (Dio), guitar; Rudy Sarzo (Dio), bass; Simon Wright (Dio), drums; Scott Warren (Dio), keys

4. "Tomorrow Never Knows'' - Billy Idol, vox; Steve Stevens (Billy Idol), guitars; Blasko (Ozzy Osbourne), bass; Brian Tichy (Billy Idol), drums

5. "Magical Mystery Tour'' - Jeff Scott Soto (Yngwie Malmsteen / Soul Sirkus), vox; Yngwie Malmsteen (Rising Force / Alcatrazz), lead guitar; Bob Kulick, (Meat Loaf / Paul Stanley Band), rhythm guitar; Jeff Pilson (Dokken / Foreigner), bass; Frankie Banali (Wasp / Quiet Riot), drums

6. "Revolution'' - Billy Gibbons (ZZ Top), vox/ guitar; Vivian Campbell (Def Leppard), guitar; Mike Porcaro (Toto), bass; Gregg Bisonnette (David Lee Roth/Ringo Starr Band), drums; Joseph Fazzio (Superjoint Ritual), drums

7. "Day Tripper'' - Jack Blades (Night Ranger/Damn Yankees), vox; Tommy Shaw (Styx/Damn Yankees), vox; Doug Aldrich (Whitesnake/Dio), guitars; Marco Mendoza (Whitesnake/Thin Lizzy), bass; Virgil Donati (Steve Vai/Soul Sirkus /Planet X), drums

8. "I Feel Fine'' - John Bush (Anthrax), vox; Stephen Carpenter (Deftones), guitar; Mike Inez (Ozzy Osbourne/Alice In Chains), bass; John Tempesta (The Cult/Testament), drums

9. "Taxman'' - Doug Pinnick (Kings X), vox; Steve Lukather (Toto), guitar; Tony Levin (John Lennon/Peter Gabriel), bass; Steve Ferrone (Eric Clapton/Tom Petty), drums

10. "I Saw Her Standing There'' - John Corabi (Motley Crue), vox; Phil Campbell (Motorhead), guitar; C.C. Deville (Poison), guitar; Chris Chaney (Jane's Addiction), bass; Kenny Aronoff (Smashing Pumpkins/Jon Bon Jovi), drums

11. "Hey Jude'' - Tim "Ripper'' Owens (Judas Priest/Iced Earth), vox; George Lynch (Dokken/Lynch Mob), guitar; Bob Kulick (Meat Loaf/Paul Stanley Band), rhythm guitar; Tim Bogert (Vanilla Fudge/Beck/Bogert & Appice), bass; Chris Slade (AC/DC), drums

12. "Drive My Car'' - Kip Winger (Winger), vox; Bruce Kulick (Kiss/Grand Funk), guitar; Tony Franklin (The Firm/Whitesnake), bass; Aynsley Dunbar (Whitesnake/Journey), drums

http://abbeyrd.best.vwh.net/news/0823butchering.html

martes, 22 de agosto de 2006

Espero no olvidar este día




Me dijo que le inspiraba tranquilidad


Miró la foto. Me miró. Dijo que le inspiraba tranquilidad.

Algo que tal vez continúe #8



¿Qué es la distancia? Me da miedo pensar en la respuesta. ¿A qué tipo de distancia te refieres? Hay muchas distancias. Aquel día ella estaba durmiendo junto a mí. Podía escuchar su respiración. Pero yo no me encontraba en la habitación. ¿Era eso distancia? Podía sentir como esas dos personas que estábamos en la cama no éramos ni ella ni yo. Dos extraños en un paraíso en el que no pintábamos nada. ¿No me vas a decir qué es la distancia? Igual que el Antiguo Testamento. Un ser con aires de superioridad, un capullo integral, se indignó con nosotros en cuanto quisimos saber más. ¿Por qué empezamos a preguntarnos sobre nuestro amor? ¿Por qué quisimos saber nuestros nombres? A ese dios, como a todos, no le hizo gracia que en nuestro interior se despertara el deseo de saber. Deberíamos habernos quedado en estado salvaje. Como la primera noche. Borrachos. Inconscientes. Importándonos un pimiento llegar en malas condiciones al trabajo al día siguiente. Deberíamos haber vivido siempre como esa primera noche. Desnudos. Despeinados. Comiendo. Bebiendo. Comiéndonos mutuamente. Bebiéndonos mutuamente. ¿Por qué quisimos entrar en el reino del saber? Sin nombres. Inocentes. Ignorantes. Quedarnos sin aire al hacer el amor. Sentir nuestros cuerpos. Sentir. Sentir. Sentir. Sentir. ¿Por qué queremos saber? Sentir.

sábado, 19 de agosto de 2006

Algo que tal vez continúe #7


Los de siempre. Le gustaba firmar sus cartas con esas palabras. Cuando mandábamos postales a nuestras familias ésa era nuestra firma colectiva. Ella era la de siempre. Ella fue la de siempre. Llegará un momento en el que ella, y yo, y nuestra hija, dejaremos de ser los de siempre. Pasaremos a formar parte del nunca. Nos integraremos en la nada. Nuestro siempre habrá sido reemplazado por un nuevo siempre, que a su vez lo será por otro. Simultáneamente a ese siempre existirán un pasado y un futuro que no se alternaran de manera educada sino con violencia. Así es la vida. No me gusta. A ella tampoco le gustaba. Yo sigo aquí porque me creo imprescindible para cuidar de Sara, la pequeña. Ella no fue tan egoísta y supo ver que el mundo seguiría sin ella. Incluso yo sigo sin ella. Mi respiración no es necesaria para el mundo. Pero su respiración es necesaria para poder conciliar mi sueño. La pequeña Sara echa en falta a mamá. A veces pregunta a papá por ella. No me entiende cuando le digo que mamá ya no está aquí. Pregunta entonces a papá que dónde está mamá. No sé qué decirle. Cuando no has creído en nada en tu vida es difícil transmitir algo. Las creencias son necesarias, por muy absurdas que sean la mayoría de las veces. Hay gente que cree en Dios. Hay gente que cree en la iglesia. Los hay incluso que creen en ellos mismos. Todavía no sé en qué creo yo. Quiero forzarme a creer en la pequeña Sara. Pero su mirada tiene reflejos de su madre y no puedo mirar. Cuando vamos al parque y la niña se columpia la sombra que proyecta a según que horas del día es igual que el contorno de su madre, de mamá. Quiero pensar que creo en la pequeña Sara. Quiero obligarme a sonreír para ella. La niña no tiene la culpa de lo que pasó. Tal vez ese Dios en el que no sé si creo sea culpable. Mientras su gente de siempre sigamos aquí buscaré algo en qué creer. Mamá. Los de siempre.

viernes, 18 de agosto de 2006

Algo que tal vez continúe #6


- ¿Una bebida de pijos? Sí, tal vez.
- ¡Lo admites! –dijo Sara riéndose.
- Aún no me has dicho qué quieres.
- Un licor de melocotón.
Me quedé callado por unos segundos. Mirándola. Estudiando sus gestos. Ella esperaba que yo dijera algo.
- ¡Eres una pija! –dije riéndome.
- No, simplemente sigo tus consejos.
- ¿Seguirías todos mis consejos? –le pregunté.
Sin dudarlo un instante, respondió un enérgico y gracioso no. Realmente no esperaba otra respuesta.
- Pide tú mientras voy al lavabo un momento –me dijo.
Se levantó. Se dirigió hacia el baño. Me di cuenta de que no era el único que la estaba mirando de arriba abajo. Sentí celos. Fantaseé con que ella era mi chica. Fantaseé con que yo era la única persona en el mundo a la que ella amaba. Fantaseé con cómo sería su cuerpo. Me quedé mirando sus caderas. Me hipnotizó su contoneo. Se despertó una vez más mi deseo. Era más bien ancha de hombros. Movía las manos rítmicamente al andar. Se golpeaba graciosamente la cintura con las palmas de las manos, cuyos dedos parecían estar acariciando un teclado, o una guitarra. En esos pocos segundos que duró su tránsito hasta el lavabo los pensamientos fueron infinitos. Se encadenaron los deseos, las ilusiones, las fantasías. Creo recordar que incluso pedí a alguna divinidad, la que fuera, que pasara algo con Sara. ¿Qué quise decir con «algo»? ¿Sexo sucio? Posiblemente. ¿Un crucero por el Mediterráneo? Puede. ¿Un beso con tornillo con sabor a alcohol? Sin duda. ¿Todo y nada? Supongo que sí.

Algo que tal vez continúe #5

Entró al bar con cara sofocada. Era guapa. Se acercó a mí. Era guapa. Se movía con gracia, provocando, encendiendo el deseo. Quiero pensar que llevaba pantalones vaqueros muy ajustados, una blusa amplia, abrochada de manera casi graciosa hasta el último botón. Perfecto para imaginaciones perversas, como las mías. «Desabróchame», me pide a gritos. Alguien se carcajea. ¿Soy yo? ¿Es mi imaginación? Creo que es el camarero.
La blusa era blanca. Siempre me gustó con esa ropa. Siempre la recordaré de esa manera. También era su blusa favorita. Era esa prenda que todos tenemos y que nos negamos a tirar. Esa prenda que se niega a desprenderse de la percha, que se niega a saltar al cubo de la basura o al tonel de reciclaje. Esa prenda a la que, no sabemos muy bien porqué, le atribuimos cualidades mágicas.
Yo tenía una cazadora negra. Era mágica. Tenía cierto brillo. Probablemente era de un material barato. Nunca he querido gastar dinero en ropa. Llámame rácano si quieres. Ella me llamaba tacaño. Me encantaba que lo hiciera. Se me quedaba mirando. Clavaba sus lindos ojos sobre los míos. Torcía los labios con una graciosa mueca. Alzaba las manos al cielo cual molino presto a atacar a Don Quijote. Preparaba, en definitiva, la puesta en escena de manera concienzuda. Ella sabía que yo era feliz. Entonces decía: “Eres un tacaño”. Sus labios. Esos labios que me insultaban se transformaban en fuente de deseo. De ellos partía un fuego del que tan solo yo en todo el universo iba a beber. Llámame egoísta. El amor es egoísmo. El amor es posesión. Si no estás poseído no amas. Si no eres víctima de la locura no amas. Para amar has de querer gritar. Para amar has de querer guardar silencio. Para amar. Para amar.
Mi cazadora negra. Comprada seguramente en unas rebajas. Con toda probabilidad fuera de temporada. A juego con unos zapatos igualmente desfasados. Pero eso le hacía reír. Ella era feliz. Yo era feliz. Nuestra hija era feliz. Cuando ella nació me puse la cazadora negra. Cogí en brazos a la pequeña Sara y creo que se rió. Igual que su madre. Ahora, mientras escribo esto, Sara juega en el jardín de la casa con otros niños de la casa. Ella tiene ahora cinco años. Me pregunto si recuerda a su madre.