viernes, 22 de diciembre de 2006

Algo que tal vez continúe #29

Veo sus ojos mirándome y me cuesta manter la mirada. Desvío mi atención con bobadas, con listas de la compra, con los regalos de Navidad que me gustaría hacer. Siento que me mira. Siento que deseo que me mire. Deseo que se ría. Deseo que haga uno de sus chistes. Y sigo hablando. No callo por miedo a que sea ella la que hable y deba mirarla. Quiero mirarla pero no me atrevo. Juegos de miradas en los que siempre salgo perdiendo. Quiero abrazarla y no me atrevo. ¡Qué tonto soy! ¡Qué feliz me siento!

martes, 12 de diciembre de 2006

Groucho Marx

- La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después un remedio equivocado.

- Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros.

- Nunca olvido una cara. Pero en su caso, haré gustoso una excepción.

- ¿Por qué debería preocuparme por la posteridad?, ¿qué ha hecho laposteridad por mí?

- O usted se ha muerto, o mi reloj se ha parado.

- Partiendo de la nada he alcanzado las más altas cimas de la miseria.

- Citadme diciendo que me han citado mal.

- Bebo para hacer interesantes a las demás personas.

- Soy tan viejo que recuerdo a Doris Day antes de que fuera virgen.

- Nunca voy a ver películas donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína.

- ¿Quiere usted casarse conmigo? ¿Es usted rica? Conteste primero a la segunda pregunta.

- La televisión ha hecho maravillas por mi cultura. En cuanto alguien enciende la televisión, voy a la biblioteca y leo un buen libro.

- Hasta luego cariño... ¡Caramba!, la cuenta de la cena escarísima ... ¡Es un escándalo!
- ¡Yo que tú no la pagaría! (Una noche en la ópera)

- Estaba con esa mujer porque me recuerda a ti... sus ojos, su cara, su risa... De hecho, me recuerda a ti más que tú. (Una noche en la ópera)

- Señorita, envíe un ramo de rosas rojas y escriba 'Te quiero' al dorso de la cuenta (Un día en las carreras)

- El verdadero amor sólo se presenta una vez en la vida... yluego ya no hay quien se lo quite de encima (Servicio de hotel)

- ¿Por qué y cómo ha llegado usted a tener veinte hijos en su matrimonio?
- Amo a mi marido.
- A mí también me gusta mucho mi puro, pero de vez en cuando me lo saco de la boca (Apueste su vida", su programa de TV)

- ¡Hasta un niño de cinco años sería capaz de entender esto...! Rápido, busque a un niño de cinco años. (Sopa de ganso)

- No permitiré injusticias ni juego sucio, pero si se pilla aalguien practicando la corrupción sin que yo reciba una comisión lo pondremos contra la pared... ¡Y daremos la orden de disparar! (Sopa de ganso)

- Dudo que ninguna cámara pueda captar mi belleza interior.

- Siempre me casó un juez: debí haber exigido un jurado.

- La próxima vez que lo vea, recuérdeme no saludarlo.

- La política no crea extraños compañeros de cama: eso lo hace el matrimonio.

http://www.solache.com/archivo/2002_08_01_archivosolache.html

lunes, 11 de diciembre de 2006

Frío

Por fin hace frío. Ya veremos cuánto dura. Por fin las manos congeladas y por fin enciendo la calefacción en el trabajo para las clases de por la mañana. Los alumnos ya empiezan a pedir películas de Navidad... y villancicos. Las películas... puede. Los villancicos lo veo más difícil.
Hace frío. Hace frío. He sacado del armario mi querida bufanda de lana y me la voy a enrollar al cuello. He puesto el forro de invierno al anorak que habitualmente llevo. Hace frío. Esperemos que dure.

domingo, 10 de diciembre de 2006

Pinochet ha muerto

A todo cerdo le llega su San Martín. Descansen en paz millones de personas.

El Telediario y la familia Tous

¿Realmente es el asalto y robo a la familia de joyeros Tous una noticia para abrir un Telediario de Televisión Española? La verdad es que habría que preguntarse si realmente es una noticia. ¿Realmente nos importa a los ciudadanos normales, los "mileuristas", lo que le pase a esa familia? La sensación que provoca ver esa "noticia" abriendo el Telediario es, ante todo, incredulidad. ¿Quién selecciona qué es noticia? ¿Qué es una noticia?
Pobres niños ricos. Para ellos ese robo será como nuestro sueldo de varios meses. Para ellos ese robo será motivo de preocupación que pondrán en manos de otras personas (abogados, gestores, representantes...).
Pobres niños ricos. ¿Cuál será la próxima gran noticia que abra el próximo Telediario? ¿Un ataque de diarrea de algún heredero, limpiándose el culo con nuestras nónimas? ¿Qué impulsos llevarán a la gente de TVE a seleccionar una noticia así para abrir un informativo? Uno no puede sino pensar que se trata de un peloteo hacia esa clase social.
Cabe pensar que con esa noticia pretendar hacernos ver que la delincuencia también salpica a las clases altas. Ya lo sabemos. Somos tontos, pero no tantos. Esa noticia no tenía esa segunda lectura. La primera, y única, lectura es que el concepto de noticia y de información apesta; que los medios de comunicación dan mala gana.
Pobre familia Tous. Pobres de nosotros que seguimos el Telediario.

Brief Encounter/Breve Encuentro

¿Obra maestra? Posiblemente. No me atrevo a caer en tales radicalismos, pero me temo que, si existe tal, la película de la que voy a hablar es una de ellas. Hoy me apetece comentar aspectos de Brief Encounter. La dirigió David Lean en 1945. Los dos principales actores son Celia Johnson (en el papel de Laura) y Trevor Howard (ídem de Dr. Alec Harvey). El autor del texto original es Noel Coward, algo que no hay que desestimar. De entre toda la sarta de comentarios posibles en torno a Coward quedémonos con que, para muchos, es «el creador del carácter británico del siglo XX». En él, eso dicen, se dan todas las características de «lo inglés». Estamos, por tanto, ante una película británica, rodada cuando la Guerra Mundial todavía estaba activa. Pero no vamos a entrar en detalles técnicos, disponibles en muchos otros sitios, como el siempre válido www.imdb.com.
La película, decía al principio, es para muchos una obra maestra. Me pregunto cuáles son los elementos que hacen de algo una obra maestra, una obra digna de pasar a formar parte del canon cultural (habría que hablar aquí también sobre qué es eso del canon cultural). Supongo que hay un punto de partida clave, y éste es que los personajes son seres cotidianos y normales. No hay nada especial en ellos. El doctor Harvey es un médico de cabecera que trabaja en un hospital. Está felizmente casado y se siente muy orgulloso de sus dos hijos. Más o menos lo mismo que Laura (nombre cargado de significados literarios en los que no merece la pena entrar), con la salvedad de que ésta es ama de casa.
Ambos son seres que, una vez a la semana, disponen de tiempo para ellos. Se transforman en afortunados dueños de sus existencias. Ella aprovecha y crea una rutina alternativa. Va al cine, de compras, a la biblioteca… Él hace prácticamente lo mismo. En definitiva, ambos son dueños de su tiempo. Pasan a ser seres solitarios, pero felices. El espectador recibe la impresión de que esos dos personajes son más felices en su soledad de un día a la semana que el resto de los días con sus familias.
Casualidad o no, coinciden en la cantina de una estación de ferrocarril. Un sitio mágico, trufado de túneles y pasadizos en los que el viento -a semejanza de los arbustos secos de las praderas en las películas del Oeste- arrastra papeles y desperdicios, de trenes que pasan a toda velocidad y en todas direcciones con multitud de destinos. Trenes que cortan la pantalla en dos y que dejan tras de sí un rastro de humo, ruido y temblores de tierra, como si quisieran dejar constancia de su existencia y su constante presencia. En la cantina se juntan una retahila de seres que no tienen cabida en otra parte, que viven allí cual enanitos del bosque en un cuento. Son personajes que resultan difíciles de imaginar en otra situación. Así como el doctor y Laura tienen otros escenarios donde llevar a cabo sus aventuras, los personajes de la cantina son inconcebibles fuera de ella. Son como seres legendarios que aparecen y desaparecen con las brumas de los trenes (una especie de Brigadoon). La cantina es, además, un lugar en el que el amor es un juego y hace sonreír. El espectador desea que Albert Godby y Myrtle Bagot nunca se comprometan y mantengan por siempre ese divertido coqueteo, con bizcochos tirados al suelo para evitar el acercamiento inclusive. Inolvidable el momento en el que Albert se comportan como un héroe y salva a su amada Myrtle de los dos clientes maleducados que quieren tomar alcohol a una hora prohibida.
Ese pequeño bosque shakesperiano es el punto de encuentro de Laura y Alec. Fuera de allí no están a gusto. En el cine la película resulta ser mala. En el restaurante son descubiertos por dos amigas de ella y tienen que, una vez más, escudarse en la mentira. Cuando al final deciden tener el encuentro en el apartamento del amigo, el asunto tampoco funciona. Ella debe salir de la casa por la puerta trasera, dejando tras de sí olvidada una prenda. El amigo, de malvada mueca, actúa como un grostesco amo del castillo disgustado porque sus súbditos no han hecho lo que él esperaba. El amigo actúa como la voz de la conciencia que dice que lo que Laura y Alec están haciendo no puede ser. El rostro del amigo es el rostro del Super-Ego, de la norma, de la costumbre, del Dios todopoderoso. Y mientras Alec recibe la reprimenda, casi silenciosa, de su amigo, Laura está en la calle, sola (ahora la soledad se transforma en algo horrible, en algo digno de temer) y empapada por la lluvia. Frente a la lluvia redentora de Singin' In The Rain o fecundadora de Breakfast At Tifffany’s, ahora el agua es castigo, es penitencia. De nuevo, una vez más los dioses son enemigos de la humanidad. Laura debe volver a su casa, debe volver al hogar.
De repente, la cantina, seguro lugar de escape, se torna escenario de tensión. Cuando Laura y Alec están despidiéndose, aparece un amiga de Laura. La hipocresía social corta de raíz la despedida. Algo que el espectador deseaba ver no tiene lugar. Así, no sólo se corta el deseo de los personajes. También se corta el de los espectadores.
Laura debe volver a casa, a tejer junto al fuego, cual Penélope, a rechazar a sus pretendientes, a escuchar a un nivel atronador, y así callar sus voces interiores, el segundo concierto de Rachmaninov, cuya presencia a lo largo de la película nos recuerda constantemente que estamos asistiendo a la narración de un hecho pasado y concluido. No hay que olvidar que el concierto de Rachmaninov es el presente, es la música que emana de la radio del hogar mientras ella mira atrás con lágrimas en los ojos. Cada vez que suena esa música es para recordarnos que lo que vale es lo que ocurre en el cuarto de estar, que la Laura que nos vamos a quedar es la Laura-Penélope, siempre esperando, siempre triste.
Sabíamos desde el principio que iba a ser así. Desde el mismo principio vemos la fría despedida (así lo es por culpa de la presencia de la molesta amiga de Laura) y sabemos qué va a ocurrir. Por si no estuviera claro, la película nos da pistas. Llevado al terreno simbólico, resulta más que llamativo la incapacidad de los dos personajes de cruzar el puente que surca el río, y que parece conducir a un bosque, al que acuden a fantasear. Da la impresión de que se nos estuviera diciendo que nunca van a entrar realmente en el mundo de la naturaleza, en el mundo de la pasión desbocada. Tal vez sea exagerado, tal vez no, pero ocurre igualmente que ninguno de los dos encuentra de su agrado la película que van a ver al cine, la cual va en torno a pasiones desenfrenadas, naturaleza primitiva y prehistórica…
Una muy buena película que daría pie a artículos más largos (y mejores) que éste. Se la recomiendo (por no decir obligo) a cualquiera que quiera saber un poco más sobre qué es eso llamado cine.

sábado, 9 de diciembre de 2006

El Perfume

Acabo de llegar de ver la película El Perfume. La sala estaba abarrotada. Por suerte, conseguimos las entradas pronto. Con todo, la localidad no era muy buena. A mi derecha, un gilipollas encendiendo el dichoso teléfono móvil cada dos por tres para, digo yo, comprobar si algún neurótico como él había llamado. Este hombre iba acompañado por una mujer que, nerviosa ella, liberaba su tensión frotando una bolsa de plástico y abriendo, muy lentamente, caramelos.
La película me ha parecido mala. Y creo que hay dos factores básicos. Uno de ellos es un horrible actor principal, cruce de Farruquito + Antonio Banderas famélico, que en algunas escenas da verdadera risa (luego iré a ello). El otro factor: la ambientación sonora. Me ha parecido muy inadecuada la partitura, totalmente inapropiada con las imágenes.
Decía que en alguna ocasión el actor este (Ben Whishaw) daba risa. Por ejemplo, en la escena en la que, próxima su ejecución (no chafo el final porque la película comienza con la noticia de su ejecución), se pone a manejar las masas está simplemente ridículo... Ahora el cruce se produce entre Bunbury y Farruquito. ¿Qué vas a decir de una película en la que el público se ríe en un par de escenas supuestamente dramáticas? No digo cuáles para no predisponer.
Hay momentos interesantes, claro. Por ejemplo, todo el comienzo. La ambientación visual del París de aquellos tiempos pre-revolucionarios me parece muy buena (no estuve allí, así que no puedo opinar), con claro énfasis en destacar las grandes diferencias entre las diversas clases sociales y las radicalmente distintas entre sí zonas de la ciudad. La actuación de Dustin Hoffman (que recuerda peligrosamente a Miliki en muchos planos) y, sobre todo, Alan Rickman, salvan, a mi modesto parecer el conjunto. No obstante, hay momentos en los que Hoffman-Miliki da a su personaje un toque de cuento infantil. Y creo que ahí radica gran parte del fallo de la película: muchas veces se recibe la impresión de estar asistiendo a la escenificación de un cuento y no de la tragedia (en el más puro sentido clásico de incapacidad para poder enfrentarse al destino y al absurdo dictado de los dioses) que Jean-Baptiste Grenouille lleva desde el mismo día en que nace (¿le habrá pasado Patrick Süskind a los herederos de Charles Dickens parte de los royalties? El arranque trágico es puro Dickens, a mi parecer...).
A destacar igualmente, por el hábil uso de la cámara y de los decorados, la escena en la que, tras una reprimenda por parte de su padre (el personaje de Alan Rickman, celoso de la seguridad de su hija, quien baila alegremente), la hija (linda Rachel Hurd-Wood) huye llorosa y se pierde entre las calles abandonadas de la ciudad. Me parece más que digno el modo en que se filma la escalera -más bien una calle empinada con escalones- y el simbolismo que lleva consigo ver a la hija abrazada al padre arriba, en la luz, mientras el asesino permanece agazapado abajo, en la oscuridad. De todas formas, prefiero las calles de muchas otras películas, como es el caso de Breve Encuentro (el callejón que pasa por encima de la estación de tren, la rampa que comunica los andenes en la estación...), mucho más modestas y mil veces más efectivas.
Cuando terminé de leer el libro, me afané en buscar los olores a todo y a todos. Cuando terminé de ver la película me afané en contener mi cabreo ante 6 euros perdidos. Si lo llego a saber, me la descargo.
4/10

jueves, 7 de diciembre de 2006

Algo que tal vez continúe #28

Me canso de echarte en falta.

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Algo que tal vez continúe #27

Dice que se ha mojado mucho. No puedo evitar sonreír.
Dice que se ha perdido en la desconocida ciudad. No puedo evitar sonreír.

Algo que tal vez continúe #26

Echo en falta la monotonía, saber las horas a las que toca aburrirme, saber cuál es mi momento para expresar mi malestar por algo que no puedo cambiar. Echo en falta los olores de un siempre que se fue, que es un pasado que se ha quedado para siempre en suspenso. Echo en falta no tener que pensar en ti. Echo en falta tener la magia para con una simple mirada tenerte a mis pies. La magia se perdió cuando te fuiste. Me perdí entre mis sueños, poblados por ti y por tu imagen, que ahora se deforma. ¿He de preocuparme porque ya no recuerdo el color de tus ojos? ¿Qué tonalidad de verde eran? ¿Acaso eran marrones? ¿He de preocuparme porque dudo si nuestro aniversario es el 15 ó es el 16? ¿Y si resulta que es el 24? Sí, pero ¿de qué mes? ¿He de preocuparme porque quiero echar en falta mis dudas sobre tu amor? ¿Es grave que ya no dude? Echo en falta lo que ya no recuerdo. Echo en falta tu rostro, cuya sonrisa ahora se ha transformado en algo fanstasmagórico. Tu voz resuena en mi cerebro.
Echo en falta olvidarme de tu cumpleaños, no avisarte de que voy a regresar tarde a casa. Siento dolor por no escuchar cómo te quejas de lo sucio que queda todo después de afeitarme.
Echo en falta echarte en falta. Echo en falta no tener que recordar tus cabellos, tu cintura, tu risa, tu llanto, tu voz, tu susurro, tu sabor, tu olor, tu alegría, tu tristeza.
Siento lejana tu distancia. Echo en falta tu ausencia. Mi silencio pide a gritos tu voz.
Te echo en falta entera.
Te echo en falta dormida.
Te echo en falta desnuda.
Te echo en falta vestida.
Te echo en falta lejos.
Te echo en falta cerca.
Te echo en falta en la sillón.
Te echo en falta en la cama.
Te echo en falta en mis fantasías.
Te echo en falta en mis silencios.
Te echo en falta riendo.
Te echo en falta mirándome.
Te echo en falta.