jueves, 16 de noviembre de 2006

Algo que tal vez continúe #25

El amor es sí y es no. Igual que el odio, que es no y es sí. Como la vida, que es hoy y no mañana. Como la muerte, que es ni mañana ni hoy. Como siempre, que es ayer y siempre fue y tal vez será. El aburrimiento es ni hoy ni mañana acaso sólo ayer que parece no irse. El suicidio es sí y es no. La sonrisa es hoy y es mañana. El llanto es ayer y no es mañana. Ella está dentro de mí y fuera de mí. Tú no estás en y sí estás en mí. Cierro los ojos y te veo; los abro y ya no estás. Desconecto los sentidos y te siento; conecto mi sentido de la realidad y te marchas rápidamente. En el silencio te oigo. Sí y no. Eso eres tú. Eso soy yo. Sí y no. Ayer y hoy. Ni si ni no. Ni ayer ni hoy. Ella lleva a mí. Yo llevo a ella. El amor y el odio dan vueltas y juegan de la mano. El ayer y hoy caminan a la par hacia un no mañana. ¿Para qué saber? ¿Por qué saber? ¿Por qué aprendemos? ¿Por qué olvidamos? ¿Por qué? Porque.

Algo que tal vez continúe #24


Suena el teléfono. No lo puedo atender. Estoy trabajando. Detesto el trabajo. Detesto que mi rutina dependa de la rutina de los demás. Detesto tener que estar presto en un sitio a tal hora simple y llanamente por a ese ser imbécil hoy le apetece dormir un poco más y se cree con derecho a cambiarme la hora. Su sueño es mi dinero. He de callar. He de seguir adelante hacia alguna parte. No sé dónde quiero ir, pero sé que sí quiero ir. Me escapo quince minutos del trabajo, a hurtadillas, en silencio, a espaldas de todo el mundo. Miro el teléfono. Veo la llamada de antes. Una llamada sin contestar. Alguien viene. Espero que no sea alguien dispuesto a molestarme. No tengo ganas de hablar. Miro de quién es la llamada. No conozco ese número. Lleva un prefijo de otra provincia. Me avisa el teléfono y me dice que alguien ha dejado un mensaje en el contestador. Voy a escucharlo. Quiero silencio. Una voz de robot me dice que tengo un mensaje. Ya lo sé. ¿Cuántas veces más me lo van a decir antes de que finalmente lo escuche?

Es ella. Su voz. El color de sus ojos viene a mi mente. Su cabello. El tacto de su piel. Su risa. Deseo verla. Deseo estar con ella otra vez. Se detiene el tiempo. Debo contener mi alegría. Me cuesta. Sobre todo su risa. Sus movimientos de mano. Sus coletillas al hablar. Sus promesas divertidas. Sus inesperadas salidas. Miro a mi alrededor. Parece como si todo se hubiera detenido. Repito el mensaje. Sus andares. Sus gestos. Sus peticiones. Sus deseos. Ella. Mi deseo. Ella. Nuevamente ella.

Howard Goodall

Descubro, con gran placer y de pura casualidad, la existencia de este personaje llamado Howard Goodall. A través de uno de mis intercambios de material discográfico con gente de aquí y de allá, me llegó, esta vez desde París, un DVD que contenía, entre otras cosas, un documental sobre The Beatles, que es, en realidad, uno de los capítulos de una serie de televisión llamada Howard Goodall's 20th Century Greats.
No dura mucho, lo cual es una virtud y, en casos como éste, una lástima. Este hombre, británico él, es todo un experto en música y no se trata del típico crítico que habla sin más de la obra de los demás. Es compositor y, mejor todavía, es un perfecto didacta. Verle, y escucharle, resulta ameno. Contrariamente a lo que sucede a los reporteros que chupan cámara y acabas por detestar (tipo Mercedes Milá, con siempre dos cámaras eternamente adorándola, una de ellas en un predecible angulo supuestamente novedoso), la presencia de Goodall se torna en agradable y nunca molesta. Apetece invitarle a tu cuarto de estar para tocar música juntos.
Conoce el tema. Sabe de qué habla, y, a diferencia de grandes pedantes ocultos en las segundas cadenas de televisiones estatales, resulta hipnotizador. Es algo así como el Carl Sagan de la música.
Todo un descubrimiento. Su obra es amplia y quizá lo más difícil de conseguir son sus DVD's, de cuya existencia he conseguido constancia a través de su oficina (gente muy amable). Eso sí, son carísimos los DVD's, al menos para mi gusto.
Howard Goodall, un nombre que todos los amantes de la música y enemigos de la pedantería deberían investigar.
http://www.howardgoodall.co.uk/

domingo, 5 de noviembre de 2006

Azul

La primera vez que fui a ver la película Azul (Krzysztof Kieslowski, 1993 http://www.imdb.com/title/tt0108394/) fue en el cine Eliseos de Zaragoza. No recuerdo la fecha exacta, pero sí que recuerdo muchos circunstancias. Mi hermana fue con el que luego sería su marido, yo fui con la que ahora no es mi mujer. Vinieron mis primos de S. Uno de ellos, vaya por Dios, llegó tarde. Le pusimos en el asiento una almohadilla de aire para que, al sentarse, lanzara un ruido similar a, bueno, a una emisión gaseosa por el canal inferior destinados a la eliminación de resuidos corporales.

Me gustó. Al resto de la gente no le gustó en absoluto y estuvieron reprochándomelo durante mucho tiempo. Desde entonces, cada vez que me piden que escoja una película, opto por mandarles al último blockbuster de turno. Tú, yo y ahora Dupree (o algo así) fue la última mierda a la que nos metimos por recomendación mía.

Hoy he visto de nuevo Azul y me ha gustado. Para mí va sobre muchas cosas. Sobre el sexo como escapismo ante la muerte (esa eterna dualidad eros-tánatos tan presente en el cine y que viene a decir algo así como "si tienes mucho sexo con otra persona sólo llevado por la pasión, acabarás muerto, o pirado, o fuera de tus casillas"), sobre la música como método de comunicación (¿realmente se llega a terminar la composición musical? ¿realmente escribía el famoso compositor sus piezas o lo hacía su mujer y su ayudante? ¿realmente es el acto de la creación un acto cerrado? ¿qué significa "autor"?), sobre la soledad (todos están solos... la amante del compositor opta por la soledad, la mujer del compositor opta por la soledad parcheada con ocasionales encuentros para mantener relaciones sexuales que más parecen mamá-hijo que amante-amante), sobre la ciudad (¿quiénes son esos seres que vemos durmiendo una noche tirados en el suelo y a la mañana siguiente les vemos apearse del coche de una mujer cuya identidad nunca se nos revela?), sobre la familia (¿es un montaje? sorprendente cuando el ayudante del compositor dice a la viuda "¿no sabías lo de tu marido?" cuando ésta se entera de que su marido tenía una amante, que en cualquier momento va a dar a luz)...
Es una historia de personajes solitarios, que no saben amar, que no saben si quieren vivir o morir: nos enteramos de que cuando el coche se estrella contra el árbol el conductor sigue contando el chiste como si nada hubiera pasado; el intento de suicidio de Julie no queda claro si es frustrado por la vergüenza de verse descubierta por la enfermera o porque realmente le duele morir y no se atreve. Una fábula sobre seres con caminos absurdos (¿qué narices hace ese chaval, testigo del accidente, a principio de la película en mitad de ninguna parte?; sorprendente la anciana, muy encorvada, para la que llevar una botella de vidrio al contenedor, supone una lucha contra todos los elementos). ¿Por qué Julie decide terminar la partitura que su marido dejó inconclusa?

La principal crítica que se puede hacer a esta película es que "es lenta", pero... ¿qué siginifica eso realmente? No es una película de persecuciones. Es una película de miradas (el plano, que ocupa toda la pantalla, del ojo de Julie Vignon en el que se refleja el doctor comunicando las noticias a aquélla me parece muy interesante y digno de un análisis más detallado). La paleta de colores y la iluminación está muy cuidada, dominando el azul, de manera aplastante en algunas escenas. Como ejemplo de estos último, debemos mentar las escenas de los baños en la piscina: todo es azul... El azul preside la habitación de la niña muerta. Azul es el adorno que Julie cuelga nada más instalarse en su nueva casa en la ciudad (ornato que, cosas de la vida, a la prostituta del piso de abajo evoca recuerdos de infancia y que, en base a unos comentarios de Julie en torno a cómo dio con ese artefacto de cristales azules, puede ser que se trate del que la prostituta perdió hace mucho).
Y, claro, azul es también uno de los tres colores de la bandera francesa: azul, rojo y blanco, como ha declarado en multitud de ocasiones el director de la película.
No es una película apta para todos los gustos. Al que quiera acción, que la busque en otra parte. Al que quiera encuentros amorosos al uso, que los busque en otra parte.
Por cierto, la música, tan alabada por muchos, no me parece tan magnífica. Me recuerda a demasiadas otras cosas. No me preguntes cuáles. Ahora tengo sueño.

Lennon dixit


"Our society is run by insane people for insane objectives".


"Part of me suspects I'm a loser, and the other part of me thinks I'm God Almighty".


"Jesus was all right, but his disciples were thick and ordinary. It's them twisting it that ruins it for me".


"Reality leaves a lot to the imagination".


"As usual, there is a great woman behind every idiot".


"You either get tired fighting for peace, or you die".


"You have to be a bastard to make it, and that’s a fact. And the Beatles are the biggest bastards on earth".