miércoles, 2 de agosto de 2006

Presente, pasado, futuro

Ella siempre llega tarde. Yo siempre llego antes de tiempo. Soy idiota, lo sé. Pero estoy enamorado de ella. Creo que ella no lo está de mí. Me da igual. Nunca le preguntaré. Antes que llevarme una desilusión prefiero no caer en el error de la ilusión.
Gracias a ella vivo el presente. El futuro no me lo planteo y el pasado con ella no existe. Si pienso en el futuro con ello me veo asaltado por interrogantes. Así que me lo tomo con calma. El único pasado que toma forma en mi vida es el de las facturas del teléfono, de la luz… Sólo gracias a ellas, y no gracias a la que ante mis amigos llamo “mi chica”, cobra vida mi pasado.
Ella es mi presente fugaz. Sus piernas largas. Sus comentarios sobre mis greñas cuando llevo el pelo largo. Sus bromas sobre los cuatro pelos que me salen por la cara. Mi presente se construye esperando sus llamadas que nunca llegan. Mi presente se llena deseando alejarme de ella.
No creo que ella sea mi futuro. Cada segundo descubro nuevos presentes. El tiempo que antes se llenaba esperando su llamada ahora se llena con la lectura de un libro, o el rasgueo torpe de mi guitarra, o un paseo a ninguna parte. Mi deseo de mirar sus fotos se desvanece frente al deseo de hacer fotos a nuevos rostros, nuevas melenas, nuevos pelos cortos, nuevas piernas que lleven hacia nuevas caderas que todavía no he explorado.
Mi presente se desvanece al tiempo que mi amor por ella se esfuma.
Presente, pasado, futuro…
Prefiero dormir y soñar con aquello con lo que le de la gana a mi cerebro.
Soy libre en esos momentos.
Es una pena que al despertar no esté ella a mi lado.

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