viernes, 4 de agosto de 2006

Algo que tal vez continúe #4


Tratando de recordarla, me doy cuenta de que se me ha olvidado todo sobre ella. Se ha esfumado el color de sus ojos. El color de su pelo ya no existe. Me hubiera gustado que fuera pelirroja. No recuerdo si llevaba melena o lo tenía recogido. Su nombre es leyenda. No sé porqué he dicho Sara. Igual podría haberme inventado cualquier otro. Tal vez se llame así. Tal vez no.
Sin embargo, puedo recordar un anillo, de oro. ¿Era una alianza de matrimonio? Nunca se lo pregunté. Y si ahora me encontrara con ella por la calle, suponiendo que la reconociera, tal vez se lo preguntaría, tras mucha duda. Pero sé que nunca me la voy a encontrar. Es imposible.
Me vienen imágenes de su bolso. Me hizo mucha gracia. Sólo lo llevó aquella noche. Los demás días salió con otro. Un día, en su casa, me pareció ver este bolso, el de Gucci, en un sillón, como caído accidentalmente, como si lo hubiera tirado allí de manera violenta.
Nunca olvidaré la canción que sonaba en aquellos primeros segundos. Era «The Things I Miss The Most», de The Steely Dan. Ya he hablado antes de ellos, pero ahora mismo he recordado el tema que sonaba. Creo que es el único recuerdo del que me de he de fiar. Y de su olor. No me pidas que lo describa. Pero a veces me vienen ráfagas de su olor, de sus axilas, de sus caderas. Su ropa estaba impregnada de esa esencia que conseguí emborracharme y hacerme ver luces que no existían y que ya no he vuelto a ver. Su pelo olía distinto recién cepillado. Me embriagaba cuando estaba revuelto. Quería intoxicarme con el olor de su sudor.
Me duele no recordar las conversaciones. Eran infinitas. Su poder con las palabras era mágico. Su boca era un templo. Todo lo que de allí salía era de otra esfera. O tal vez me lo parezca así desde la distancia, desde la perspectiva del olvido, desde el mundo de la ideas que ella ahora habita. Yo sigo en este mundo de asfalto. Me duele su ausencia.

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