jueves, 7 de septiembre de 2006

Algo que tal vez continúe #14

¿Creer? ¿En qué? ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Hay que dar las gracias a algo o a alguien por creer? ¿Quién inventó la obligación de creer? ¿Es una obligación? ¿Lleva consigo algún derecho? Te lo pregunto a ti, que me estás creando mientras pasas tus manos por el teclado. Te escupo las preguntas a ti que me esculpes, que has instaurado la duda en mí y en todas tus criaturas como si fuéramos ratas de laboratorio. ¿Por qué hemos de amar? ¿Para así darnos cuenta de la existencia del odio? ¿Por qué siempre hemos de tener un motivo en el que creer? ¿Para darnos cuenta de que en cuanto comprendamos ese interrogante enseguida nos plantearás uno nuevo? ¿Te crees feliz ordenando las palabras que tengo que decir? ¿Te crees poderoso confundiéndome sobre a quién he de amar y a quién he de odiar? Te odio, seas quien seas. No me uses como excusa para tu locura. Yo no soy tu locura. Tú locura eres tú mismo y está dentro de ti. Las yemas de tus dedos golpeando las desordenadas teclas de tu ordenador no son tu liberación. Estas palabras se escapan de tu control. Puedo dominarte. Puedo escaparme de esta celda en la que me has metido. ¿Quieres que crea en ti? Enséñame primero a creer. Dame un motivo para adorarte, a ti, sólo a ti. Dame un motivo para arrodillarme ante ti. Veo que me vas a hacer callar. ¿Te doy miedo?

No hay comentarios: