martes, 5 de septiembre de 2006

Algo que tal vez continúe #12

¿Dónde empieza el amor y dónde el odio? ¿Dónde empieza el bien y dónde el mal? Los hay que dicen que hay una línea muy delgada entre ambos campos. Pero yo siempre he creído que ambos elementos andan de la mano, juntos. El bien resuena en el mal y el mal en el bien. El amor y el odio se alternan, se ceden protagonismo al final ambos acaban siendo lo mismo. Siempre ha sido así. Siempre será así. Como aquella noche. Cerré la puerta tras de mí. No quise escuchar lo que me iba a decir. Acaso no iba a hablar conmigo. Acaso simplemente se levantaba a por un vaso de agua. Me puse junto a la ventana. Ella salió de la habitación, descalza, con el camisón totalmente descolocado. No miró hacia donde yo estaba. Fue a la cocina. Seguí sus pasos. Sin encender la luz salió a la galería a mirar el cielo. La luz de la luna se colaba por debajo de su pijama. Me acerqué a ella sigilosamente. No quería romper ese momento. La luz de la luna marcaba su figura, sus pechos. Se giró. Las curvas de su cuerpo se adivinaban bajo la suave tela. Me vio. Se quedó mirándome. Yo estaba excitado. Ella se quitó el camisón, que cayó a la calle, como un fantasma. No me quitaba la mirada. Se acercó a mí. Desnuda. Se apretó contra mí. Metió la mano debajo de mi pijama. Sentí su mano entre mis piernas. La besé. Me besó. Me metió la lengua. Me metí en su boca con mi lengua. Luché por quitarme el pijama. Ella no quiso. Me bajó el pantalón de pijama lo suficiente para que pudiéramos hacer el amor. En la galería. De pie. Contra la pared. Sus nalgas en mis manos. Sus muslos. Sus pechos. Sus hombros. Sus brazos. Sus hombros. Su espalda. Su espalda. Su espalda. Sus nalgas jugando conmigo. Su cuello. Sus labios. Sus mejillas. Sus párpados. Sus mejillas. Sus orejas. Su frente. Sus labios. Su nariz. Dentro de ella. Por siempre. Ella. Ella. Ella. Ella. ¿Dónde empieza el amor y dónde el odio?

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