viernes, 6 de octubre de 2006

Por suerte

Que Pr venga a buscarte en plan sorpresa a la salida del trabajo es una bendición.
Todavía no sé si me iré de esta ciudad para las fiestas del Pilar.
Cada vez estoy más harto de mi situación en todos los planos. Lo peor de todo es que lo está pagando la gente cercana a mí. Afortunadamente, al igual que Dr House, muchas veces siento que, dada la ausencia de vida personal en mi existencia, poca gente es la que resulta molestada en tal caso. Las ganas de mandar todo a la mierda y pegar el mayor corte de mangas de mi existencia se apoderan de mí. Aún quedan pequeños destellos de alegría, tales como llamadas sorpresas. Pero me canso.
Cada vez me siento más lejos de ciertas personas por las que hace unos años hubiera hecho locuras. No puedo evitar sentirme mal al ver cómo ciertas personas han cambiado (a lo mejor soy yo el que ha cambiado, como me dio el otro día E.) y sentir que lo único que me apetece es levantarme de su lado y despedirme con un "ya nos llamaremos". Algo dentro de mí dice que eso es lo que hay que hacer: alejarse de esa persona en cuyo mundo ya no pinto nada. Tal vez la siga encontrando atractiva, pero la calle está llena de tías atractivas y ello no implica que vaya a perder la cabeza por ellas. Tal vez ella piense de mí que yo soy un tal o un cual, y seguramente tendrá razón. Lo único que sé es que el otro día que estuve con ella me sentí mal, incómodo, con ganas constantes de levantarme. Me imagino que nunca llegará la ocasión de hablar con ella nuevamente. Me imagino que habrá que irla borrando de la cabeza. No creo que lo consiga nunca.

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