martes, 24 de octubre de 2006

Algo que tal vez continúe #22

Me dijo que había visto a Dios. Iba vestido con una túnica de colores. De muchos colores, muchos de los cuales eran indescriptibles con palabras. Acaso con olores, con sonidos, acaso con gestos. La luz era blanca y azul, verde y roja, amarilla y naranja. No supo decirme más. Insistía en que había visto a Dios. Junto a él estaba la pequeña Sara, más bella que nunca. No, yo no estaba por allí. Sí, sí que había música. Pero no supo decirme de qué tipo. Tal vez me gustase, tal vez no. Había una gran mesa. No, muchos más de doce. Había un sitio para mí. Sí, un sitio para ti. No sé porqué pero era un sitio para ti. Y tenías que haber visto a la pequeña Sara jugando con ese señor. Creo que era Dios. No estoy segura pero creo que a lo mejor era Dios. Hablaba del ayer, del hoy, del mañana. Nadie entendía lo que decía pero todos parecían felices. Repartía la comida por las mesas y aguantaba con increíble paciencia todas las gamberradas de la niña. No como tú, que no aguantas nada. No como yo, que no aguanto nada. Me mira y llora. Me mira y no sé cómo reaccionar. Está temblando. Dice que era un señor muy bueno. Quiere volver a hablar con él. Lo intentará otra noche. Sí, lo intentaré otra noche. Tengo ganas de ver a Sara, a la pequeña Sara, jugando feliz, jugando al señor de la túnica de colores. Se queda dormida junto a mí mientras me cuenta que ha visto a Dios.

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