martes, 24 de octubre de 2006

Algo que tal vez continúe #21

Seamos, Sara, tú y yo, seres eléctricos. Sara. Baila al ritmo de mi música. Mi mano derecha subiendo y bajando por el mástil, deteniéndose, fruto de mi torpeza, en los acordes complicados. Sara. Siente la electricidad salir de alguna parte. Siente cómo el más mínimo rozar de la cuerda se transforma en una descarga de vida. Pongo los dedos de una manera. Suena la locura. Cambio ligeramente la posición de mi mano derecha e invoco un amanecer. Seamos seres eléctricos. Bailemos de manera absurda. Gritemos incongruencias. ¿Por qué no bajamos la luz y subimos el volumen? ¿Por qué no bajamos la ansiedad y subimos el deseo? ¿Por qué no cerramos los ojos y nos miramos con las yemas de los dedos? Siente mis dedos sobre el mástil. Estoy construyendo un acorde mayor, lleno de eco. Siente mis dedos en tu cuerpo. Mi música es de tono mayor. Cambio tu pelo de posición. Veo tu nunca al desnudo. Sigue la guitarra gimiendo. Sigue la música sonando aunque yo haya callado. No dejes nunca de bailar. No dejes nunca de sentir el ritmo de lo que te rodea. Todo es ritmo. Agárrate a él. Busca la pasión. Busca el acorde que hará caer las murallas. Juntos descifraremos partituras secretas, escritas en la noche de los tiempos, para instrumentos que nunca existieron. Baila, Sara, baila. Siente el ritmo que hay en ti. Déjame mirarte mientras te retuerces, mientras actúas como una poseída, mientras gritas fuera de ti. Déjame escuchar tu acelerado corazón. Déjame oler y gustar tu sudor. Déjame sonreír mientras te veo acercarte y alejarte de mí. Siente la electricidad. Siente las ondas en tu cerebro invocando imágenes cuya existencia desconocías. Siente la electricidad poblando el aire. Siente. Siente. Siente.

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