sábado, 13 de enero de 2007

Algo que tal vez continúe #33

Cada uno de nosotros nos componemos de notas musicales. Cuando el autobús urbano pasa a toda prisa junto a mí, el estuche de mis gafas vibra. Ambos objetos están afinados en el mismo tono. Parece como si se saludaran. "¡Eh! ¡Estamos afinados en la misma tonalidad!". Llamo al timbre para entrar a mi oficina y me percato de que está desafinado. Su sonido se compone de dos notas, pero no guardan relación la una con la otra. Los dos timbres de mi casa estaban afinados con una octava de diferencia entre ellos. Uno daba una nota grave y el otro la misma una octava más alta.Las personas también estamos afinados en distintas tonalidades. Nuestras risas, nuestros llantos son melodías, son música. Y se siente claramente cuándo son falsos. No se puede fingir una sonrisa. Te traiciona la percepción de la otra persona.
Tus pies marcan un ritmo de shuffle, se arrastran por la habitación. Los latidos de tu corazón dan vida a tu canción. Caminas. Te detienes. Te agachas a por algo. Con cada movimiento escribes una melodía que me da vida, que me anima a seguir. Te das la vuelta y estoy yo. Sólo quiero escuchar la melodía de tu respiración. Quiero que vengas hacia mí y que muevas tus caderas con el ritmo del deseo, un ritmo inaprehensible, un ritmo arrítmico, un ritmo con síncopas. Tus manos son las batutas de mis ojos. Ellas dictan dónde he de mirar.
Canta tu canción. No calles nunca. Mueve tu cuerpo. No pares jamás.

No hay comentarios: